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¡FIB, FIB, hurra!

En nuestros últimos días en Barcelona hace tres años teníamos todo lo básico para sobrevivir: amor y Barcelona. Y también nuestros instrumentos: el cello, la guitarra y el nuevo ukelele. Pero no teníamos dinero. Salíamos poco de casa. Había un bar chino en Torrent de l´Olla donde una Moritz costaba un euro. Nos tomábamos una o dos y volvíamos a la Plaça del Raspall. Ésa era toda nuestra actividad social. En ese contexto, el aviso en Facebook del concierto de un grupo de Castellón en la tienda de gadgets para dispositivos Apple de una amiga parecía el mejor plan del mundo. (Lo siento, chicos, pero no habíamos escuchado nunca a DeBigote. Yo ni siquiera sabía que conocía de casi media vida a algunos de sus componentes.) Llegamos al local y no os miento cuando digo que es uno de los mejores recuerdos que tenemos de aquella primavera barcelonesa que nos vio comenzar a caminar. No salimos de allí hasta que se terminó la cerveza „cortesía de Moritz, claro„. Sabes que estás ante una gran banda cuando no los has visto tocar en la vida y en apenas treinta segundos eres suyo, te dicen salta y saltas, te dicen ladra y ladras. Y su música se pega a tu oído un par de días. Eso recuerdo de aquella tarde.

Eso y a Víctor, el cantante de la banda. Me lo encuentro en el FIB 2015. Faltan apenas cuarenta y ocho horas para su concierto en el escenario principal. Si me pongo en su piel, me cago encima. Me cuenta que hace veintiún años que sueña con ese momento, desde que en la primera edición, trabajando en la barra del festival, escuchó a The Cranes, que venían de telonear a The Cure por medio mundo. Le preocupa su voz, le preocupa darlo todo, y sabe que haga lo que haga siempre lo habría podido hacer mejor. Pero es honesto y cercano, como su música, y afirma que DeBigote el domingo tocará para DeBigote. No se me ocurre mejor modo de enfrentarse al escenario principal del FIB.

Hoy toca Blur. Se podría decir que Blur es medio FIB, el otro medio serían los Gallagher. El mayor de los hermanos tocó anoche en una plaza que conoce bien. Una batalla ganada antes de disparar un sólo tiro, antes de dar una sola nota. Todas las guerras deberían darse a guitarrazos, ¿no creen?

Anoche observé a una pareja durante un rato. Él iba borracho y ella se había enfadado. Luego lo de siempre€ Una larga discusión sin vencedores ni vencidos. Un diálogo estéril. Debería estar prohibido por ley no besarse cada tres minutos, cuando dos se quieren. Todas esas horas arrojadas a la basura tergiversando las palabras del otro, en lugar de lanzarse a la lava y hacer el amor. Malditos humanos, yo os maldigo, maldigo vuestras guerras, maldigo vuestro progreso, maldigo vuestras discusiones de pareja. Tres horas más tarde los volví a ver. Él dormía como un niño, desvalido, y ella le sujetaba la cabeza en su regazo. Lo hubiese protegido del mismísimo infierno. El desierto de Las Palmas dibujaba sus crestas en una noche vencida, derrotada por la música, por el amor. Fib, fib, hurra.

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