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¿Nos vamos?

Una bodega con más de 100 años de antigüedad

La fórmula continua siendo un secreto, pero no el por qué de su éxito. Bodegas Carmelitano sigue produciendo su famoso licor de hierbas a base de los productos naturales que ofrece el Desert de les Palmes

Una bodega con más de 100 años de antigüedad

La presencia centenaria de los Carmelitas en Benicàssim ha ido más allá de lo puramente espiritual. Sirviéndose de las hierbas que el Desert de les Palmes les ofrecía, los monjes llevan más de cien años fabricando uno de los licores más famosos de la provincia. En el siglo XVII, los Carmelitas llegaron a los montes del Desierto de las Palmas y, tras quedar prendados de su soledad y belleza, construyeron un monasterio. Al convertirse en casa noviciado había que atender las necesidades de los novicios, sus estudios y formación, por lo que los carmelitanos pensaron en comercializar una bebida aromática, extraída de la infinidad de hierbas que hay en los montes del Desierto de las Palmas. A raíz de esa idea, en 1896 los sótanos del monasterio comenzaron a albergar pequeños alambiques y demás elementos para poder producir ese licor «espiritual».

Debido a la mala comunicación de la zona, las destilerías se trasladaron al casco urbano de Benicàssim. Fue en 1912 y, más de cien años después, las Bodegas Carmelitano continúan en funcionamiento y la fórmula de su exitoso sabor sigue siendo un secreto. El Licor Carmelitano se compone de más de 40 hierbas, de las cuales se utilizan o bien la hoja, la raíz o la semilla, dependiendo de la planta, y cada una en una proporción determinada, según la fórmula secreta.

El proceso de elaboración no ha cambiado desde sus orígenes y puede conocerse gracias a las visitas guiadas de las bodegas, situadas cerca de la entrada al municipio por la avenida Castellón.

Durante aproximadamente veinte minutos, el visitante descubre la forma de producir el licor, de embotellarlo, así como la bodega de vinos ya que en el espacio se elaboran los licores, pero los vinos son almacenados y embotellados.

Lo primero que uno encuentra al comenzar la visita es el museo de la botella, en el que, a través del guía, el visitante puede conocer un poco de historia sobre el licor Carmelitano. La siguiente sala alberga maquinaria antigua ya en desuso como la embotelladora y la taponadora, máquinas manuales que se utilizaban antes.

Otro lugar especial de la bodega es donde tienen los licores, un espacio en el que van cogiendo su solera, porque el licor carmelitano se elabora y luego permanece en unos conos de roble americano unos seis meses aproximadamente, antes de proceder al embotellado. Esta técnica se realiza para que se asiente el licor y su aroma y, por otro lado, para que se le quite el sabor fuerte del alcohol y se quede un licor más suave. Las bodegas también cuentan con una sala en la que están los alambiques y es donde elaboran los licores y destilan el licor carmelitano y el licor de café.

Degustación

El recorrido finaliza de la mejor manera posible: con una degustación de varios de los productos que firma la bodega como el Licor Carmelitanos, los licores de melocotón, manzana verde, avellana, crema o café, además del vino moscatel, vino de misa y vermut. La visita finaliza en la tienda donde se pueden adquirir todos los licores que se han probado además de la famosa ginebra Ginsef que se diferencia por su aroma de mandarina y azahar de naranjo autóctono, y por su toque original de chufa. Además de las diferentes bebidas, la tienda que abre todos los días del año ofrece otro tipo de productos, como miel o aceite.

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