En una época en la que tanto se habla de fronteras y de pugnas territoriales sobresale sin duda la historia del Castelló y Teruel, de la Comunitat Valenciana y de Aragón, con una ligazón histórica y con un sentimiento de hermanamiento que parece difícil de quebrar. En estos días, en los que la Virgen del Pilar y las jotas han sonado por todos los rincones, brilla con luz propia el Centro Aragonés de Castelló, una de las sociedades más arraigadas en la capital de la Plana y que cumple nada menos que 95 años de actividad en la ciudad.

En la prolífica década de los 20 fueron surgiendo entidades como la Sociedad Castellonense de Cultura, el Club Deportivo Castellón, la Sociedad Filarmónica o el Ateneo. Y entre ellas se gestó, en los salones del Casino Antiguo, el Centro Aragonés, que tuvo como primer presidente a José de la Torre Rebullida. Hoy la institución, a sólo un lustro de su centenario, puede presumir de ser la casa regional más potente de la ciudad, con sede permanente desde hace 19 años en la Gran Vía Tárrega Monteblanco. Presidido por José Antonio Lázaro, está tan asentado que sus socios se consideran aragoneses y castellonenses y no se entienden muchas fiestas de la ciudad de la Plana sin su presencia.

Su colaboración es muy intensa a lo largo del año, participando de forma activa en las fiestas de la Magdalena para difundir la cultura maña, aunque también es constante su presencia fuera de la provincia y por todo el mundo. Y es que su grupo folclórico, desde su creación en 1978, ha sido capaz de rescatar, mantener y difundir las músicas, los cantos y los bailes de la tierra aragonesa. En su sede de la Gran Vía desarrollan con éxito sus clases de canto, baile y solfeo y las nuevas generaciones se han ido sumando con fuerza y entusiasmo, como destaca su presidente, que recuerda que de los 64 centros que hay en España «somos los segundos en valoración por parte del Gobierno de Aragón».