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Un gran barrio transformado en una pequeña ciudad

El conocido Peri 19 que se fraguó a finales de los años 80 motivó la unión de los vecinos para defender sus intereses

La impresionante figura del Tombatossals es una puerta de entrada al barrio, que tiene enclaves históricos como la avenida Capuchinos, que corrió el peligro de dejar de ser conocida como «Palmeretes» tras el proyecto de sustituir las palmeras, afectadas por el picudo, por «lledoners». La presión de la asociación –arriba, José Domingo Benedito y Pilar Arroyo– consiguió frenar el proyecto f àngel sánchez

El Primer Molí tiene muchas virtudes, pero sin duda la más llamativa es la actividad que desprende a cualquier hora del día y, en especial, la presencia de niños y niñas en los parques, en las plazas, en los comercios... Un reflejo de un barrio lleno de vida, a caballo de las calles históricas del entorno del raval de Sant Félix con las nuevas zonas de expansión hacia el noreste.

La asociación de vecinos del Primer Molí, como otras muchas, surgió para hacer frente a tropelías urbanísticas que se impulsaban desde el ayuntamiento de turno. Y en este caso estamos hablando de finales de los años 80, hace ya más de 26, cuando el consistorio empezaba a diseñar la expansión de la ciudad en el final de la avenida Capuchinos en torno al denominado Peri 19.

«Estábamos escandalizados ante las propuestas de colocar ocho transformadores en suelo público, unido a un plan de concentrar viviendas sociales que iban alrededor de la plaza del Primer Molí que no nos parecía correcto», recuerda José Domingo Bendito. La unión vecinal tuvo su efecto positivo y sólo quedaron tres transformadores -bien acondicionados-, mientras que las viviendas sociales se llevaron a un solar frente al Hospital General por un intercambio de suelo.

Detectaron otras deficiencias, como unas farolas que en un primer momento iban a Capuchinos -Palmeretes para cualquiera que se precie ser de Castelló- y que en la actualidad se pueden ver colocadas en el camino de la Plana, eso sí, más como un obstáculo para los viandantes que como punto de luz.

El colectivo vecinal tiene una junta directiva de 14 personas que tiran del carro de una entidad inquieta como pocas. El haber conseguido un fiel número de 800 socios no es baladí ya que estamos hablando de más de 3.000 personas representadas de manera directa por la asociación, que se vanagloria de ser la única organización vecinal de la Comunitat Valenciana en haber recibido un premio al voluntariado hace ya ocho años de manos de la Generalitat. «Si de algo podemos presumir es de la implicación de todos los vecinos en las actividades, en los talleres y en todas las acciones que requiera de nuestra solidaridad», subraya su vicepresidente, Pilar Arroyo.

La sede la tienen ubicada, como no podía ser menos, en el edificio del Primer Molí, aunque las condiciones en las que se encuentran no son tan «ideales» como en su origen. De tener todo el edificio para su uso a estar «casi arrinconados», resalta Benedito, quien sin dejar de reconocer que es normal que se le dé uso para otros servicios públicos, asegura que hay muchas cuestiones por subsanar. En la actualidad comparten espacio con la tenencia de alcaldía del distrito norte, así como un punto de lectura para el barrio que mejora la oferta a los vecinos. Eso sí, la falta de adecuación del local hace que una pequeña cortina sea la única separación entre esta pequeña biblioteca y la zona de gimnasio de la asociación donde se realizan toda clase de talleres de actividad física, muchas de ellas con música, con el consiguiente problema para la convivencia de ambos servicios.

El edificio se ha quedado, en cierta forma, pequeño para uno de los mayores programas culturales, de ocio y de formación que ofertan en la actualidad las asociaciones vecinales de la ciudad y que cuenta con más de 400 alumnos. Es por ello que miran con buenos ojos la posibilidad de que reviertan en el ayuntamiento edificios históricos de la zona como la residencia de suboficiales, un lugar ideal para trasladar la asociación del Primer Molí, reconocen.

Otro de los hitos del colectivo es, tras dos años de «vacas flacas», haber conseguido una economía saneada, hasta el punto de asegurar que si el actual ayuntamiento, como se apunta, reclama a las entidades vecinales que se autofinancien, «nosotros ya te puedo decir que lo conseguimos», aseveran tando Benedito como Arroyo, quienes subrayan que sólo el 0,7 % de su presupuesto proviene de ayudas públicas. Su fuerza viene reflejada además por la gala cultural anual que hace todos los años en el Auditori, que alquilan siempre a cargo del presupuesto de la asociación.

Si por una cosa es conocido el Primer Molí en los últimos años es por albergar las mascletaes de la Magdalena. Ello debería reflejar una buena sintonía con la Junta de Fiestas, algo que no ha existido -y no dudan en reconocerlo-, con el ya expresidente Jesús López. «Confiamos en que las relaciones con Juanvi Bellido vayan por otro camino», señalan.

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