El cirujano Gustavo Traver atendió a los tres aficionados que han fallecido en lo que va de año en Castelló. El último ha sido el joven de 30 años Cantavieja (Teruel) que asistió a los toros de Onda.
Cuando le atendió, ¿ya vio la gravedad de las heridas?
Sí, no pensé que iba a fallecer pero las heridas eran muy graves. Yo intenté por todos los medios solucionar el problema allí pero, mi misión y el de cualquier médico a pie de recinto taurino no es solucionar el problema, sobre todo si es excesivamente grave, sino poner en condiciones de traslado al enfermo para que pueda llegar al hospital en unas condiciones aceptables donde pueda ser intervenido quirúrgicamente con las mayores garantías. Y eso es lo que hicimos nosotros, que parara la sangre, lo recuperamos electrolíticamente, pusimos cinco sueros, oxígeno... Llamamos al Hospital de la Plana para que el cirujano fuera conocedor de que iba hacia allí y que le operaran nada más llegara, y así fue.
¿Qué sentimiento tuvo cuando se enteró del fallecimiento?
Como médico, lo que quiero es lo mejor para el enfermo y, a veces, las situaciones son tan extremas que, incluso en el hospital, también se muere gente en el quirófano o en la UCI por la complejidad de la enfermedad. Lógicamente, en el «bou al carrer» me pasa lo mismo. Yo lo que quiero es que el enfermo salga bien, que para eso estoy y, si no hemos podido llegar al final, no me siento bien, estoy en la preocupación y el sentimiento de que esa persona ha estado bajo mi cuidado y me siento mal.
