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Rafalafena, el barrio que logró paralizar una gasolinera

Casi tres décadas acompañan a unos vecinos reivindicativos como pocos, que han conseguido grandes mejoras

Arriba, Vicente Blázquez, presidente de la asociación de vecinos. A su izquierda, los antiguos cines, cerrados hace 7 años.

El poder del vecino, la realidad del manido lema de «la unión hace la fuerza», tiene en el barrio de Rafalafena su claro referente. Hace casi tres décadas estaba proyectada una gasolinera en el entorno de la actual biblioteca del barrio. Los vecinos se echaron a la calle, durmieron al raso, inundaron el solar donde ya se colocaban los cimientos... Fue tal la presión que el proyecto acabó finalmente en un cajón. «Toda asociación nace por un problema, y aquí el germen fue la gasolinera de Herrero Tejedor que, afortunadamente, nunca vio la luz». Así lo recuerda Vicente Blázquez, presidente de la asociación de vecinos de un barrio que guarda en sus entrañas historias personales y colectivas para escribir un coleccionable.

Blázquez, ya jubilado, gestionaba hasta hace bien poco un referente de los comercios del barrio, la papelería Pedagógica, a la que acudían todos los niños y niñas de la zona para comprar el material escolar. Hoy el local está vacío. «Está claro que hay que reinventarse porque hoy en día todo se vende por internet, pero las tiendas de barrio, el comercio de toda la vida, debería estar más mimado, porque aquí escuchamos muchas quejas de las tiendas del centro, a las que les cuesta sobrevivir, pero en los barrios estamos mucho más abandonados», reflexiona Blázquez.

Rafalafena, pese a todo, respira vida y actividad en ese entramado de calles que limitan la avenida Columbretes, Tenerías, Gobernador y paseo del Lidón. Pocos barrios pueden presumir de tener unas instalaciones deportivas como las de Rafalafena, con más de 20 equipos de fútbol base, o una biblioteca a la que acuden estudiantes y ciudadanos de todos los barrios.

«Rafalafena ha crecido mucho y bien, con bastante espacios abiertos, aunque lo que falta es quizás más juventud residiendo en el barrio». Mientras caminamos por la calle Moncofa nos encontramos con Rogelio y su perro Beto, todo un personaje que ha visto cómo ha evolucionado el lugar. «Hubo momentos complicados, pero ahora se vive muy bien», señala Rogelio, que presume de hacer los mejores boquerones en vinagre del lugar.

En la ruta llegamos hasta el campo de fútbol, con una valla que deja mucho que desear y que desde la asociación han reclamado que se arregle por el peligro que supone para los deportistas. Atrás hemos dejado la parroquia de Santo Tomás de Villanueva y el centro de salud, «que ya se ha quedado pequeño, pero que tiene difícil solución». Estamos de nuevo a la plaza Herrero Tejedor, con un amplio aparcamiento subterráneo para residentes que tiene decenas de plazas por vender y, en superficie, un centro comercial que cubre las necesidades de la zona, aunque con muchos locales vacíos.

La plaza ha sido punto de encuentro vecinal, pero también de conflicto. Recuerda aquí Vicente Blázquez la pelea por que no se volviese a instalar el Mesón del Vino en Magdalena, lo que consiguieron. «Ese año fue un desastre, la plaza era un completo basurero, y a base de pelea se consiguió además que las casetas fuese decentes». En el mismo lugar emerge el edificio de los viejos cines ABCD Rafalafena, cerrados hace ya siete años y convertido en un lugar insalubre que afea el entorno. Mucho han insistido los vecinos ante el ayuntamiento para pedir que se adecente el lugar. Justo ahora se ha conocido un proyecto para tirar abajo el edificio y construir en el lugar un complejo deportivo, iniciativa recibida con satisfacción por los residentes.

Pero, sin duda, uno de los principales testigos de la evolución de Rafalafena es el farmacéutico Enrique Monerris, ya jubilado y que ha cedido el testigo del negocio. Nos recibe amablemente para recordar los casi 40 años desde que decidiese abrir una farmacia «por donde no pasaba nadie». Salir en 1976 a la puerta era «observar cómo pastaban las cabras en el solar de enfrente». Y así pasaban los días, al fresco con sillas en la calle, y las noches, con la única luz del letrero de la farmacia. Muchas historias inconfesables, y algunas no tanto, como esa carrera de motos urbana de 1976 en las fiestas de la Magdalena, con Ángel Nieto como protagonista, en la que aparece la farmacia envuelta en balas de paja. Monerris recuerda también las pruebas hípicas que se realizaban donde hoy emerge la casa cuartel de la Guardia Civil, que tenía que haber sido una zona verde.

Rafalafena ha conseguido evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. El barrio ofrece un buen lugar para vivir y oferta de ocio para entretenerse. La Plaza de la Muralla ha sabido integrarse sin excesivos conflictos como punto de ocio nocturno y la gastronomía tiene también su hueco con clásicos como el restaurante Galicia.

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