os chicos del Villarreal, últimamente pierden todos los partidos que juegan, menos uno. Al entrenador de este equipo se le acababa el contrato al finalizar la temporada y, dado el éxito señalado anteriormente en la marcha del equipo, los miembros de la dirección del club han decidido renovarle el contrato por un período de tres años i si en vols mes, para el cabás. Yo no entiendo de estas cosas, pero así a lo bruto, esto va contra las normas del sentido común. El entrenador de un equipo, cualquier equipo, es la parte del cuerpo directivo más vulnerable y lo es por una cuestión puramente aritmética: entre tirar al entrenador y tirar a toda la plantilla es más barato tirar a uno que a veinticinco, a lo que hay que añadir que si el entrenador tiene un contrato en vigor para tres años, tirarlo cuesta tres veces más que si el contrato es por un solo año y al finalizar la temporada, parlarem.

Pues no. Tres años y, para celebrarlo, en el primer partido de los dos que componen una eliminatoria en la Copa del Rey, el Villarreal jugó en Huesca (gran equipo de Segunda) y perdió después de haber realizado un partido para enmarcar y bien enmarcadito tirarlo directamente al comú, es decir, un partido más de los que viene mostrando a l'afisión, que recibió una alegría, dícese de la reaparición de Musacchio después de aproximadamente ocho meses de baja.

Menos mal que la enfermería comienza a vaciarse: ya solo quedan aproximadamente ocho o nueve futbolistas lesionados. Es un asunto de mala suerte, que viene de largo, que afecta a la plantilla un año sí y otro también, y como uno no es supersticioso, aunque la suerte, buena o mala existe, tantos años visitando El Madrigal la mala suerte para quedarse todo el tiempo, digamos que no me lo creo. Tiene que haber una causa, secreta, invisible o escondida aposta por algún cenizo, para que la enfermería tenga que ser ampliada año tras año para atender lesión muscular, tras lesión muscular, recaída tras recaída, jugador tras jugador. A lo mejor la causa no es tan secreta, pero veces no hay más ciego que el que no quiero ver.

Al final de la temporada anterior el Villarreal se apresuró a adquirir los derechos de dos jugadores malaguistas conocidos como los «Samus», que eran fundamentales para el buen juego del Málaga. Dijeron los medios que el Villarreal había pagado hasta quince millones de euros por los dos y la afisión los recibió tal cual le habían dicho los directivos y los medios especializados. Uno de los dos, Castillejo, estaba llamado a ser la revelación de esta temporada para en la próxima, ser poco menos que internacional absoluto. La mala noticia de que el hispano-ruso cedido por el Madrid se quedaría en la plantilla de la capital del reino, era de ese modo sustituida con garantías, rien de rien. Los Samu no han con firmado absolutamente nada (perdón por decir lo que todo el mundo piensa) y no hay más que ver cuántas pelotas en condiciones de ser transformadas en condición de gol recibe el bueno de Soldado y su permanentemente y compañero lesionado Bakambu. Hasta donde uno sabe, en el partido de Huesca se lesionó el debutante y procedente del C, Miguelón. La mala suerte, ya saben.

Los periodistas, generalmente malpensados, creemos, seguramente gran error personal, que el exagerado número de lesiones musculares pueden tener que ver con una pretemporada dedicada, más que a lograr una formación física base solida a jugar varios bolos a distancias formidables contra equipos más o menos potentes, supuestamente para hacer caja, lo que está muy bien para la hucha, pero que dificulta la preparación física adecuada del equipo y de ahí el exagerado número de lesiones musculares, dicho sea con perdón.