Yo, pecador, me confieso culpable de falta de fe, de absoluta incredulidad. Vamos, que el estado islámico en versión futbolística hubiera hecho de mi chorizos y longanizas como para alimentar un regimiento de fanáticos entero. Porque servidor era de los que acudió el domingo al campo con nulas esperanzas de que ante los star wars, el Villarreal pudiera ni tan si quiera plantar cara. En todo caso, y visto los últimos precedentes, para que se la pintaran. Al final ni Cristiano fue Han solo ni Benzema Luke Skywalker. A lo únicos que acompañó la fuerza fue a los amarillos, que hasta Bailly acabó como Luke en el imperio contraataca: con el brazo colgando. Lo ocurrido la noche de autos es de sobra conocido y si tienen alguna duda se la puede aclarar Rafa Benítez. Esta vez no hizo falta ni recurrir a Cheryshev, aunque lo del ruso es otra historia. Es más: Ojalá podamos dejarlo para otro día, pero con él aquí. Aunque, pese a que Marcelino ya le ha dicho en las últimas semanas que en ningún otro sitio va a estar como en El Madrigal y él lo sabe, permítanme que lo dude. En esta ocasión ambos se quieren pero igual no podemos gritar «viva los novios». El orgullo de Florentino está tan tocado que complica la operación. Es lo que tiene ser un ser superior y no hacer nunca el ridículo. Butragueño dixit y amén. Pero con el debate de la fe a cuestas, nos queda la duda de si lo vivido fue un punto y a parte o se les apareció la virgen. Lo mejor es que no habrá que esperar a ningún concilio, ni que visitar el vaticano para nos saquen de dudas: Con ir al Madrigal para ver a la muchachada ante el Huesca nos vale y nos sobra. Un tropiezo pesaría mucho más en lo negativo de lo que la victoria ante el Madrid significó. No es pedir demasiado: profesionalidad, intensidad y orgullo. Lo contrario sería difícil de entender y, posiblemente, de perdonar. Si, de paso, no se lesiona nadie para Anoeta, miel sobre hojuelas . Y si se gana en la Bella Easo, el domingo se duerme con mayoría absoluta.