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Las rutinas de una plaza

Las zonas verdes cuidadas contrastan con algunos elementos urbanos deteriorados que afean el entorno

Las rutinas de una plaza

La plaza Cronista Muntaner es un pequeño pulmón dentro del barrio San José Obrero-Crèmor. Cuenta con una zona verde convenientemente conservada que alegra el paisaje e invita a los transeúntes a pasear junto a las palmeras o a reposar en uno de los bancos que componen la plaza.

Una escultura llamada El principio del fin, del artista Luis Francisco Bravo, conmemora el momento en que el barrio dijo adiós a las vías del ferrocarril, a finales de los años 90. Fue todo un hito para el vecindario que, tras años de protestas, consiguió derribar la barrera urbana que le separaba del centro de la ciudad.

La plaza se ha convertido así en un reducto de tranquilidad, pero no por falta de visitantes, sino porque se ha librado de las molestias del tráfico. Ubicada junto a la plaza de España -a las puertas de El Corte Inglés-, es una zona de paso para la gente que va de compras. Además, el parque de juegos infantiles que preside este emblemático rincón del barrio, suele estar lleno de niños que se disputan los columpios y los balancines. Los mayores conversan al sol mientras vigilan a los nietos.

La plaza, flanqueada por fincas nuevas y antiguas y algún que otro comercio, cuenta además con una cancha de baloncesto para los jóvenes del barrio, que también frecuentan la zona. No es raro ver grupos de adolescentes reunidos en torno a los bancos, donde comparten confidencias sin la supervisión paterna.

Cronista Muntaner es una plaza sin grandes pretensiones, pero articula la vida del vecindario como punto neurálgico. Su estética es humilde pero cuidada, como la de otras tantas plazas, y contrasta con el deterioro de algunos de sus elementos.

Los transeúntes señalan, por ejemplo, la fachada que se ilustra en este reportaje. La pared desconchada y sucia necesita ser reparada y pintada y el escalón contiguo luce un desgaste evidente que lo hace difícilmente transitable. A esto se unen las pintadas callejeras que deslucen aún más el entorno de esa tranquila plaza del barrio San José Obrero-Crèmor.

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