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El futuro de la industria cerámica pasa por las renovables

El ITC plantea cambios en el modo de producción: desde la configuración de las baldosas hasta la electrificación de hornos y secaderos

El futuro de la industria cerámica pasa por las renovables

El reto global más ambicioso al que se enfrenta el planeta es la reducción de las emisiones de CO2. Conseguir que la actividad humana sea medioambientalmente sostenible es un objetivo que, según claman voces expertas en todo el mundo, no debe demorarse más. Como todos los retos globales, la solución emerge del ámbito local, y en Castelló la industria cerámica ya se ha puesto manos a la obra.

La Comisión Europea marcó en 2014 la hoja de ruta hacia una economía hipocarbónica competitiva trazando unos objetivos concretos para el año 2050 en función de cada sector. Así, la industria del azulejo ha de reducir sus emisiones de dióxido de carbono un 80 por ciento en 35 años, lo que supone un recorte drástico teniendo en cuenta que en el actualidad emite unos 4,8 millones de toneladas de CO2 al año (12 kilos por metro cuadrado de azulejo producido, aproximadamente).

El Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) ha concluido recientemente un estudio de prospección que analiza las posibles vías para alcanzar la meta propuesta por Bruselas. «Adaptación de la industria cerámica a una economía hipocarbónica» es el título del informe coordinado por Ana Mezquita, cuya principal conclusión es que el futuro del sector azulejero pasa por el uso de energías renovables.

«Hemos llevado a cabo un análisis del ciclo de vida, es decir, hemos estudiado los impactos ambientales de todo el proceso de la baldosa cerámica, desde la cuna a la tumba, desde la extracción de las materias primas hasta el final de su vida útil», explica la experta del ITC. Además, se han analizado unos 30 escenarios combinando diferentes alternativas tecnológicas que reduzcan las emisiones. De ellos, sólo tres logran satisfacer las exigencias de Europa, lo que supone una serie de cambios importantes: es necesario que la industria se abastezca de energía eléctrica procedente de fuentes renovables y deje de depender del gas natural (el combustible utilizado en las fábricas hoy en día), y debe reducir el espesor de las baldosas y el esmalte. En definitiva, son «necesarias tecnologías de vanguardia menos dependientes de fuentes no renovables, medidas de eficiencia energética y medidas de ecodiseño eficaces», según las principales conclusiones del estudio.

Estos cambios tecnológicos, energéticos y de producto son «muy ambiciosos», según reconoce Mezquita. «Habría que cambiar hornos en las fábricas y se necesitaría una red general de energía que se abasteciera más de renovables, si se quiere reducir el impacto ambiental no tiene sentido que se consuma electricidad procedente de centrales que producen CO2», detalla la responsable del inform. No obstante, advierte de que haría falta un segundo estudio para analizar la viabilidad económica. De momento, la industria ya ha adoptado algunas medidas que contribuyen a ahorrar energía y, por ende, a reducir emisiones. Entre ellas destacan la recuperación del calor de chimeneas o la optimización de la cocción.

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