Begoña Carrasco toma el mando de un PP local en estado comatoso con el reto de rejuvenecerlo y reflotarlo después del batacazo de las pasadas municipales, en las que los populares perdieron la alcaldía de la ciudad tras 24 años ininterrumpidos de gobierno. Carrasco asume la presidencia de forma interina hasta el próximo congreso, en el que también optará al cargo. Su doble condición de jefa local del PP y portavoz en el ayuntamiento la sitúan en la pole position para ser la próxima candidata a la alcaldía.

La junta local del partido se reunió ayer para bendecir el cese de Alfonso Bataller de la presidencia del PP y su sustitución por la hasta ahora secretaria general. La permanencia del exalcalde en el puesto había generado confusión en las bases, ya que anunció en junio su renuncia a todas las responsabilidades políticas y, sin embargo, siguió al frente del PP local.

Alfonso Bataller no retuvo el mando orgánico por decisión propia, sino que fue el partido el que le pidió que aguantara hasta las generales para que el relevo se produjera de forma natural a través de un congreso. Sin embargo, el complejo escenario político nacional retrasa de forma indefinida la celebración de los congresos del PP. Y en la agrupación de Castelló urgía un cambio, ya que Alfonso Bataller estaba de presidente de forma testimonial, sin intervenir en las decisiones del partido (no participó en la pasada campaña de las generales), cuando se considera necesario un revulsivo.

Begoña Carrasco asume el reto de tonificar al PP, que ha demostrado falta de músculo y de movilización en las últimas citas electorales. Una situación que tiene que ver, en parte, con una dirección y una base social envejecidas que requieren una inyección de savia nueva. Carrasco representa el relevo generacional que el presidente provincial, Javier Moliner, pretende implantar en Castelló para afrontar con opciones las municipales de 2019.

Carrasco lo tiene todo a favor para ser la candidata dentro de tres años, aunque dependerá de su papel como portavoz municipal y presidenta local del partido. Por otra parte, es previsible que, a partir del próximo congreso, el PP potencie la participación en la elección de sus mandos y candidatos a través de primarias, por lo que podrían surgir otros aspirantes a la presidencia local del PP y a la candidatura a la alcaldía. En todo caso, Carrasco es la mejor posicionada, por delante de otros potenciales candidatos, como Vicent Sales, quien también goza de visibilidad tras ser nombrado recientemente vicepresidente primero de la diputación.

Recuperar la confianza

Tras ser proclamada presidenta local del PP, Carrasco señaló que su reto es «volver a recuperar la confianza de nuestra gente a través de los valores que compartimos los populares». Por su parte, Javier Moliner e Isabel Bonig recalcaron la «honradez» del Alfonso Bataller, quien ayer se despidió definitivamente de la política.

La nueva presidenta renovará el comité de dirección

Begoña Carrasco asume la presidencia de forma interina pero con vocación de perdurabilidad. Es por ello que renovará el actual comité de dirección del partido para dar un impulso a la mortecina agrupación local.

Será pieza clave en el engranaje el nuevo secretario general, cuyo nombre se desvelará en los próximos días. Los cambios afectarán a más puestos del organigrama local, copado en buena medida por políticos que están de vuelta. Es previsible que Nuevas Generaciones (de donde procede la propia Carrasco) tenga un papel protagonista en esta catarsis.

La base social del PP ha registrad un progresivo envejecimiento. La encuesta publicada antes de las municipales por este diario reflejó que el partido de la gaviota solo es la primera fuerza en el segmento poblacional de más de 64 años, mientras que la desconexión con los jóvenes es absoluta. La caída en las pasadas locales fue espectacular, ya que el PP perdió 14.000 votos respecto a los comicios de 2011. Una debacle de la que algunos sectores del PP responsabilizaron parcialmente al exalcalde Alfonso Bataller.

La falta de pulso de la agrupación local ha quedado patente en las últimas citas electorales, en las que el PP ha sufrido para reclutar a interventores y apoderados y para llenar de público sus actos políticos. También se ha registrado un descenso en el número de afiliados. Una situación impensable hace unos años, cuando el PP tenía en el poder de movilización su principal arma.