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Una foto, una sonrisa

La fotógrafa apadrinó a un niño y afirma que volverá al país para seguir ayudando a la Fundación «en lo que pueda»

Una foto, una sonrisa

¿Qué utilidad puede tener una fotografía para un niño de la India sin recursos? Visto desde aquí, un país en el que la fotografía forma parte de nuestra vida cotidiana, donde las hacemos con los móviles, inmortalizamos lo que comemos o nuestros pies en la playa para compartirlo en las redes sociales, o decidimos borrarlas o no dependiendo de si nos vemos favorecidos o todo lo contrario, puede parecernos algo insustancial.

Pero una fotografía profesional para un niño de la India sin recursos es un regalo «extraordinario», tal y como asegura Pilar Pérez, una profesional de Nules que acaba de llegar del viaje más intenso y emotivo de su vida.

En el mes de octubre de 2015, Pilar recibió un correo electrónico invitándola a participar en un proyecto diferente a todo lo que había hecho hasta el momento. Los fotógrafos Marcos Cánovas (Sevilla) y Rodolfo Arpia (Argentina), estaban decididos a llevar a un grupo de profesionales a la India para colaborar con el trabajo que desde hace 40 años desempeña la Fundación Vicente Ferrer en uno de los países más superpoblados del planeta, y en el que las desigualdades son tan chocantes como para que sea posible cruzarse con un coche de lujo en la misma ciudad en la que un hombre muere solo de hambre o enfermedad en medio de la calle mientras la vida transcurre a su alrededor porque, que esto suceda, no es una novedad reseñable.

Pilar Pérez lo tiene muy claro, lo más importante de las dos semanas que ha pasado haciendo posible el proyecto Ningún niño sin foto, es «poder difundir la importante labor que está desarrollando la Fundación». De hecho, ese es el recuerdo más claro que guarda de esta experiencia, cuando todavía está intentando asimilar lo impactante de todo lo vivido. «La gente tiene que saber lo que están haciendo y cómo están mejorando el día a día de personas que no tienen nada» y colaborar en la difusión de esa misión es el objetivo que se han impuesto los 23 fotógrafos participantes, 20 españoles y 3 portugueses.

Solo ella habrá pulsado más de 10.000 veces el disparador de su cámara fotográfica, y una parte de ese material se podrá conocer en una exposición conjunta sobre la que están trabajando y que quieren que recorra España, como la mejor manera de hacer reales a todas las personas que conocieron, porque más que nunca una imagen vale más que mil palabras.

De estos días Pilar Pérez se queda con su paso por esa India que no aparece en los folletos turísticos, esos poblados en los que sus residentes han aprendido a conseguir su propio sustento, que han accedido a educación y han conseguido una casa gracias al trabajo de la Fundación Vicente Ferrer, que son conscientes de cuál es su papel, «como se suele decir, no les dan el pescado, sino que les enseñan a pescar para que puedan depender de sí mismos para sobrevivir». Aunque lo más básico es una quimera en un país donde quienes controlan el dinero y el poder ignoran a la mayor parte de sus ciudadanos.

Sensaciones

Esta fotógrafa de Nules no lo duda, «volveré a la India» y lo hará «para ayudar a la Fundación en lo que pueda». Porque hay mucho que hacer y cualquier persona tiene capacidad para aportar su grano de arena. Este proyecto es un buen ejemplo, porque solo haciendo fotografías, que es lo que mejor saben hacer, han conseguido que estos niños ignorados por todos, sientan que, al menos por un instante, importan.

Pilar y sus compañeros pudieron ver in situ en qué se había invertido una aportación voluntaria que realizaron antes de su viaje: la construcción de una vivienda para una familia. Además, al comprobar personalmente la «seriedad y minuciosidad del trabajo de la Fundación Vicente Ferrer», decidió apadrinar a un niño, que con sus 18 euros mensuales «comerá, se vestirá e irá a la escuela, algo importantísimo si tenemos en cuenta que aquí ese dinero prácticamente no supone nada, y allí su madre, por trabajar en el campo, cobra un euro al mes».

Pilar Pérez, como sus compañeros, viajó a la India para hacer fotos a niños de las aldeas más desfavorecidas y ha vuelto a Nules con el convencimiento de que su vida ha cambiado y que quienes estamos en la parte afortunada del planeta, tenemos un compromiso con esas personas que son capaces de entregarte todo su agradecimiento solo porque reconozcamos que existen.

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