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Una ruta de novela por el Termet de Vila-real

La historia invita a plantearse una visión distinta de uno de los más emblemáticos parajes del municipio

algunas de las imágenes del paraje natural del Termet que transporta al lector de la novela.El passeig Botànic de Calduch es otro de los puntos de la historia.La fuente El Pastoret, muy popular entre los vila-realenses. La ruta es apta para todas las edades e invita a disfrutar de la naturaleza f m. mira

«Por la mañana temprano, la policía, con ayuda de los perros, encontró un cuerpo en descomposición en el paraje del Termet [?]. Estaba oculto en el interior de una de las cuevas que hay en la pared este del cauce del río y que son el testimonio de que un día, cientos de millones de años antes, el agua llegó hasta arriba de la cuenca y excavó atajos hacia el mar, aunque ahora el caudal apenas llega a cubrir a un hombre». En estas frases del prefacio de la novela «Pez en la hierba», se plantean algunas de las claves a partir de las cuales desarrolla su trama el autor, Ángel Gil Cheza, y que convierten esta historia en una invitación para plantearse una visión distinta de uno de los más emblemáticos parajes de la Plana Baixa, El Termet de Vila-real.

De este modo, la que proponemos hoy es una ruta de novela. Siguiendo los pasos del protagonista de «Pez en la hierba», Miquel Ortells, cualquier visitante se puede sumergir en un relato intenso que elige un entorno conocido por multitud de personas, pero que plantea algunas interesantes preguntas sobre el pasado de Vila-real y unas cuevas que, supuestamente, transcurren bajo la ciudad y que, por qué no, podrían esconder muchos secretos, como sería el caso de los asesinatos imaginados por Ángel Gil Cheza.

Esta ruta, como la novela, comienza en el paraje del Termet, en la calle El pinar, justo en el mismo lugar al que llega Miquel Ortells llamado por la obligación de atender a su padre, que ha sufrido un ataque al corazón. La llegada a su ciudad natal plantea para el lector y el visitante la primera incógnita: tratar de identificar cuál es el maset que centra la acción, la casa de Pasqual Ortells. Gil Cheza no tiene inconveniente en afirmarlo «ninguno de estos masets es el de los Ortells, o podría ser cualquiera», de manera que ya desde el principio realidad y ficción se entremezclan y confunden, dando consistencia tanto a la intriga, como a esta visita.

Un gran parque repleto de arbolado y juegos infantiles nos recibe en este punto, justo al otro lado de la carretera que da acceso al Ermitori de la Mare de Déu de Gràcia. En este mismo lugar, Miquel Ortells evoca recuerdos de juventud, cuando paseaba con su perro en esta zona verde privilegiada. Un perro ausente que tiene el peso de un gran personaje en la novela, un misterioso talismán del amor, del dolor y del perdón.

En la recta final de Pez en la Hierba, el protagonista recorre parte del entorno del Ermitori y sobre todo centra su interés en el Passeig Botànic Calduch en el que, según la novela, se situaría la entrada de la cueva en la que se encuentran los cadáveres que justifican este thriller.

Gil Cheza está convencido de que esta cavidad, la única no constatada de la novela, existe. De hecho, el Cronista Oficial José María Doñate así lo habría defendido en más de una ocasión.

Saliendo desde el parque junto al Restaurante El Termet, se pueden seguir los pasos de Miquel en su búsqueda de respuestas. «Continuó caminando pinar abajo, atravesó la carretera y más. Bajó por las escaleras de la ermita. De aquella fuente había sacado monedas más de una vez siendo un crío, le bastaba un palo con un chicle en la punta». La fuente, aunque no se cita, es la de El Pastoret, muy popular entre los vila-realenses.

Tras pasar ante el Restaurante El Molí, a pocos metros, se inicia el Passeig Botànic, que transcurre en algunos tramos por lo que sería el interior de la antigua acequia de Les Argamasses, cuyos restos todavía son visibles. «Se molestó en respirar varias veces seguidas para intentar atrapar aquella desmesura de aromas», relata Gil Cheza, y es exactamente lo que se siente en un camino que se convierte en una especie de oasis natural.

En este itinerario, accesible para cualquier persona, de hecho la zona es muy frecuentada por los vecinos, uno tampoco puede evitar preguntarse dónde estará la entrada de la acequia del Diablo, que como el escritor local defiende en la novela y en la vida real «ahí estaba, escondida todos aquellos años». Esta ruta no solo es protagonista de una exitosa novela, sino también una buena alternativa para disfrutar de un día de naturaleza.

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