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Un día en la vida de la ondense Patricia Campos

La premiada anoche en Onda relata cómo es su día a día en Estados Unidos, donde el deporte es el protagonista en su vida diaria, y sobre todo el fútbol

Un día en la vida de la ondense Patricia Campos

Patricia Campos recibió ayer por la noche en los Salones Princesa el «Seny Onder» que cada año el Ateneo Cultural y Mercantil de Onda entrega a ondenses o colectivos de la localidad que han destacado en sus diferentes trayectorias. En este caso, Patricia Campos se convirtió en la primera mujer en pilotar un reactor en la Armada Española, además de convertirse en la primera en entrenar un equipo profesional de fútbol en EEUU. Además, también ha participado en diversos proyectos solidarios de África. Una jornada suya es de lo más intensa.

El día amanece temprano para Patricia Campos. A las seis de la mañana, a veces un poco antes, se levanta de la cama y pone el pie en el suelo, el mismo que luego utilizará para controlar el balón y chutar a portería. El fútbol protagoniza su vida en San Diego después de convertirse en la primera mujer piloto de la Armada Española, la primera entrenadora de «soccer» profesional en el país americano y desarrollar diversos proyecto solidarios en África.

El charco del Atlántico la separa de su Onda natal, pero el primer sabor del día le recuerda su tierra: café con leche y una tostada con tomate y aceite de oliva. Por delante queda un día de estudio y doble o triple ración de fútbol, primero con clases particulares, luego con el Carlsbad United, y por último con quien venga bien en las diversas ligas de la ciudad. Pero primero de todo, le gusta conocer la actualidad española.

Como bien aprendió en su carrera de Comunicación Audiovisual y en sus comienzos como periodista, contrastar es importante, así que se lee el Marca, Sport, As y todo lo que tenga que ver con deporte. La comunicación sigue interesándole, así que tampoco ha dejado de estudiar. En este caso, es el marketing el que ocupa sus primeras horas del día.

«En USA hay clases particulares de todo», afirma vía whatssap desde el otro lado de la línea. Ella las imparte, a falta de un reactor a mano, de fútbol. Sus pupilas son adolescentes y jóvenes que además de la portería contraria, buscan una beca en la universidad gracias al fútbol, muy extendido en el país. Patricia, en sus primeros pinitos en Onda, jugaba en la calle San Juan y en la Font De Dins. El empedrado de la calle es allí una zona verde, un parque de los muchos que hay en este punto de California.

El verde también protagoniza gran parte del menú de Patricia Campos. «Prefiero la dieta mediterránea, con ensaladas y pasta, antes que estar comiendo todo el día hamburguesas, pero lo que de verdad me encanta es la paella valenciana hecha por mi madre», señala a la vez que puntualiza que allí hay comida de muchísimas nacionalidades.

Luego de comer, más que en verde, piensa en fútbol. Entrena a un equipo de chicas. Ella llega la primera, coloca los conos en una posición que varía según el entrenamiento y cuando ya están todas presentes, explica a las jugadoras en qué consistirá el entrenamiento, si estará centrado en la defensa, en el ataque... «Si se esfuerzan al máximo y entienden los conceptos, es muy satisfactorio para mí», resalta Patricia.

El pitido final no se acaba con este entrenamiento y es que las posibilidades de jugar al fútbol continúan en San Diego. «Hay equipos femeninos para mayores de 20, 30, 40, 50 y 60 años», explica Patricia, y ella juega en tres o cuatro competiciones.

Es una vida muy diferente a la que llevaba en el ejército, desde donde tenía que volar cada día a un sitio diferente, o cuando desarrolla algún proyecto solidario, como el que le llevó a África el año pasado, donde «a pesar del miedo, fue lo que más feliz me hizo». Ahora quiere impulsar uno parecido cerca de donde reside, en Vista, donde existe mucha inmigración mejicana sin papeles y con muchas dificultades.

Patricia no es de cenar muy tarde. Es una de las costumbres americanas que prefiere a las españolas. Después, poco queda para dar carpetazo al día. Un libro o un poco de estudio y un último vistazo a la prensa deportiva antes de marcharse de nuevo a la cama, donde soñará con un golazo imposible o que otro de los «imposibles» del mundo, como es el fin de la desigualdad y pobreza, deje de serlo.

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