os oligarcas que se ocupan del mangoneo de la cosa del fútbol profesional de este país entendieron que no había suficiente con que el Villarreal llevara jugando un partido cada tres días, un par de semanas o tres, ya, y decidieron añadir más «maera» a la fiesta. De modo que ante al Levante cuyo partido llegaba el submarino inmediatamente después de disputar el jueves por la noche el partido de vuelta de la eliminatoria de la Europa League, frente al Nápoles, cuya potencia no es menester calificar ahora, decidieron disponer el encuentro entre amarillos y azulgranas a las doce horas del domingo, prácticamente sin que los de FR dispusieron de tiempo para dar una cabezadita. Así son ellos y así son los demás, según parece, para ir despojando de buena parte del brillo de que disfrutan los de arriba. Pasó ayer una nueva jornada de liga en la que visitaron Vila-real els granotes, que llegaban con la urgencia e ilusión de aumentar su cuenta de puntos para ir poniendo distancia entre ellos y los puestos de descenso. Perdieron el partido, en el que se hizo notar un mayor esfuerzo para que quedara garantizado el orden público, ante la llegada de los aficionados valencianos aludidos, que no pararon de animar a los suyos, incluso después de que el marcador quedara listo para sentencia, sin que hubiera que lamentar ni un solo incidente, hasta donde uno conoce. El matinal acabó siendo una buena noticia, también porque los resultados alcanzados por otros, especialmente el Real Madrid, deja a los de amarillo a dos puntos del multicampeón de todo y mirando hacia arriba. Creyó el presidente más presidentes de todos los presidentes que negándole al Vila-real la cesión de Cherysev iba a partir en dos la ruta del submarino, lo que desmiente una realidad, según la cual, cuando Marcelino García levanta el periscopio contempla al trasatlántico merengón a alcance de un certero disparo.

La otra lectura del encuentro tiene también otro escenario y es la confección de la plantilla que el Villarreal puso en manos de Marcelino García para una de las temporadas que el entrenador asturiano quizá esté obteniendo una de sus mejores satisfacciones profesionales, sino la mejor. Ayer por la mañana y no es la primera vez ni será la última, que en el equipo amarillo formen alrededor de media docena de futbolistas que no son lo que llamamos habituales. Solo en lo que entendemos generalmente como defensa, de la primera línea de cuatro, decía, tres de los cuatro que la formaban no son habituales. No estaban en principio Mario, Víctor Ruiz, ni Jaume Costa, como tampoco formaron Soldado, Bakambu, Jonathan dos Santos, o Denis Suárez. Ocho habituales, según mis cuentas, no formaron en la alineación inicial, y si por algo se distinguió el encuentro fue por una victoria amplia, cuyos goles fueron marcados por Baptistao, Castillejo y Adrián López, los tres goles de impecable factura. Desde el punto de vista físico, el submarino se mostró, en tanto que conjunto como el equipo que es, compacto, solidario, que apretó acelerador cuando era menester y dejó de hacerlo cuando el Levante estaba ya vencido y no eran necesarias las pocas energías que probablemente le quedaban. Visto el rendimiento de los que salieron en sustitución de los que llamamos habituales, el entrenador tiene un nuevo problema a resolver, digo de quienes han de formar el once inicial más los que ocupen el banco en futuros partidos. Fuera de los más habituales hay mucho talento y conviene a la necesidad, a la razón, y al buen funcionamiento de la plantilla, la utilización, no ya por necesidad, sino por conveniencia. A este servidor le gustaron todos, pero fue un placer presenciar la extraordinaria actuación de Bailly, jugando de lateral o la de Adrián López que además de lograr un gol estuvo inmenso todo el tiempo. Quiero resaltar el serenísimo partido de Bonera, que no es el primero y dejar constancia de lo que ya significa para el Vila-real el jovencísimo Marín. Si hubiera que resaltar una característica es que este equipo, el submarino de este año, cabría registrar también que los aficionados que le siguen están ante una generación de futbolistas muy jóvenes y altamente formados a partir de un talento más que notable en todos ellos. Si hay suerte y aguantan un par de temporadas antes de levantar el vuelo definitivo, el equipo de FR está ya muy cerca de alcanzar el primer título.

El matinal dio para eso y para seguir aumentando la responsabilidad de mantener la puerta a cero, porque parece claro que esa es la decisión del entrenador, fiel a la idea de que el mejor ataque es una buena defensa. En el Villarreal más que una defensa es todo un sistema defensivo que, partido tras partido, impone sus reales ante rivales con potencial decisivo y ahí está la penúltima conquista, por el momento, rubricada en Nápoles, al que sucede Bayer Leverkuseen. Ya se verá y tiempo por venir, futuro.