Este Castellón está hecho para sufrir. No hay más cera que la que arde y, al igual que sucedió estos últimos años, el equipo albinegro está condenado a remar contra corriente, a echar mano de la calculadora y a rezar para que la situación no empeore más. Y más vale no nombrar la famosa Ley de Murphy. El sábado, ante un buen Elche, se pudo haber perdido, luego se pudo haber ganado, pero al final se empató. Como viene siendo habitual en la Ciudad Deportiva Facsa, el primer tiempo tuvo todo tipo de balonazos. Arriba. A ver quién la cogía. Y eso que en el césped había mucho talento (Albert, Pedra, Víctor Felip, Jero Rocamora o Alberto Ródenas), y mucha calidad (Álex Valerio, Nahum Mingol, David Valero o Ismael). Demasiados balones aéreos. Los chavales, todos, sufrieron. En ese terreno de juego era imposible hacer más. Apretón inicial del Castellón, equilibrio de los ilicitanos sobre la marcha, y postrero gol de Albert Pedra (min. 38) tras un error del portero y la defensa visitante. Con 1-0 arrancó el segundo tiempo. Toques de calidad y magia (David Valero), brillo y voluntad de Albert Pedra; garra de Jero. David Valero botó un córner (min. 47) y el lateral Dani Ruiz voló para peinar al fondo de las mallas (1-1). Quedaba mucho trecho. El balón se lo quedó el Elche. El gran Jero Rocamora pudo redondear un extraordinario encuentro, pero perdonó el 1-2 (min. 60). Dani Escriche tuvo el 2-1 (min. 83), haciendo lo más complicado: enviar el balón fuera.