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Opinión | Las cuarenta

El futuro de las fiestas

Festeros y periodistas distraen al personal aireando intereses y persiguiendo filtradores mientras se posicionan en la búsqueda del mejor relevo de Bellido

Cómo será la sociedad de Castelló que se ha escandalizado antes por nuestras denuncias sobre la actitud del presidente de la Junta de Festes que, pongamos por caso, ante el conflicto entre diputación y Consell sobre la procedencia del dinero para la compra del acelerador lineal del Hospital Provincial, o el concurso de acreedores que amenaza la supervivencia misma de la Confederación de Empresarios y las sospechas judiciales sobre la gestión de sus dirigentes. Por cierto, y perdón por la inmodestia, en los tres casos sólo contado sin hipotecas por Levante de Castelló.

Por eso no debe sorprendernos que en el intento -no conseguido- de autojustificar el fracaso informativo, los compañeros hayan primado más la persecución de las filtraciones que la gravedad de la noticia en un intento de tomar posiciones ante la guerra de trincheras que se avecina a rebufo del futuro de la fiesta. Mientras, siempre es de agradecer que la competencia nos haga propaganda, aunque como sujeto elíptico de sus aportaciones a la causa. Pero distraer al lector matando al mensajero supone asumir el riesgo de una purga estaliniana con todos los miembros de la Junta con la supuesta mancha de su vinculación o afinidad. O hablar de intereses obviando, arteramente, quién es el que más prebendas y comisiones ha recibido. Son debates que para nada rehúyo, pero no toca. Ya llegará.

Porque la cuestión hoy es si Juanvi Bellido es merecedor de la alta responsabilidad que supone organizar las fiestas. Lo demás son excusas. Y sólo Bellido tiene dos denuncias de funcionarios en su contra, una de ellas ya en la fiscalía; como también acumula cuatro abandonos en cinco meses y no pocas voces críticas en el seno de «su» lista; el dudoso honor de protagonizar desplantes a la reina, a su corte y no pocos enfrentamientos con los padres de nuestras máximas representantes festeras. Eso por no entrar en las denuncias privadas que seguro le publicaran aquellos que hoy le ofrecen un apoyo incondicional si con ello se ganan el favor político.

Bellido debiera dimitir y pensar que la renuncia siempre será mucho más respetable que una moción de censura de la misma Asamblea que le encumbró en su día. Y en el interín, ante la tentación de que tamaña crisis favorezca una intervención o injerencia políticas, que no quepa duda de que la solución está en la misma Junta. Sólo uno de sus miembros es capaz de despertar la unanimidad, el respeto y la confianza del mundo de la fiesta, del equipo de gobierno, de la oposición y hasta de la prensa. Pero ella no quiere.

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