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La Guinea, el barrio de la solidaridad y la esperanza

Familias de distintas nacionalidades conviven en una de las zonas más azotadas por la crisis

El barrio ha sufrido en los últimos años una gran transformación. acf

El barrio de la Guinea de Castelló, junto al estadio Castalia, ha sido, desde su construcción en la posguerra, un claro ejemplo de integración y solidaridad. En esta zona conviven hoy familias de distintas procedencias y nacionalidades, alojadas, en la mayor parte de los casos, en torres de hormigón casi clónicas, construidas durante las décadas de los 60 y 70, y que siguen el patrón de otros barrios humildes de España. Con todo, y como resultado del «boom» inmobiliario, estos bloques de edificios comparten acera con otras construcciones más modernas, además, de antiguas viviendas de poca altura, aunque menos frecuentes, creando un entramado dispar de calles, tanto como la procedencia de sus vecinos.

En 2014, la compañía de tasación Tecnitasa, estableció que este barrio era la zona más barata de España para comprar una casa, y es que todavía ahora, en 2016, es posible encontrar un piso en esta zona por menos de 300 euros por m2, o lo que es lo mismo, viviendas de 90 m2 y 4 habitaciones por cerca de 25.000 euros. Y es que los precios de los pisos se han desplomado en el barrio cerca de un 70% desde que comenzara la crisis en 2009.

Barrio solidario

La Guinea es quizás el barrio de Castelló más azotado por la crisis económica. El desempleo, principalmente entre los jóvenes, y las limitadas ayudas públicas, en el caso de los parados de larga duración, han determinado que algunas familias hayan tenido que recurrir a otras alternativas para subsistir, como la solidaridad de los propios vecinos del barrio.

Paulina Pérez, nacida en Córdoba, aunque vecina de la Guinea desde muy joven, tomó la iniciativa en 2014. Ahora, dos años después, se ha convertido en uno de los ángeles de la guarda del barrio. Madre de cinco hijos, decidió junto a su marido, también en paro, ayudar a las familias más necesitadas del barrio. Por ello, y con el apoyo de la Asociación de Vecinos de la Guinea, han montado un improvisado mercadillo de ropa de segunda mano en el local de esta asociación vecinal. Entre varios montones de ropa, ordenada meticulosamente por tallas y temporadas, comenta Paulina Pérez que cada vez son más las familias con dificultades, no sólo del barrio de la Guinea, sino de otras partes de la ciudad, las que se acercan a este local para recoger ropa, a cambio de la voluntad, que en algunos casos, no es más que el simple agradecimiento. También, aunque de forma más esporádica, en ocasiones se ofrecen alimentos e información sobre ayudas sociales o atención sanitaria, que Paulina Pérez recibe de los asistentes sociales del consistorio, y que ella se encarga de difundir entre las familias que recurren a ella en busca de ayuda. Cada tarde, la vecina, con la colaboración de su marido, y en algunos casos de su hijo menor, recoge el local y guarda la ropa en cajas. Y es que la actividad en el bajo de esta asociación continúa al terminar el día, vecinos, en su gran mayoría jubilados, se reunen para hacer gimnasia o jugar a las cartas. En este momento, la familia está gestionando la solicitud al ayuntamiento de Castelló de un espacio donde puedan continuar con su labor social de forma permanente.

Pero junto a Paulina Pérez, y su familia, también la parroquia Sagrada Familia, en la Ronda Magdalena, en uno de los extremos del barrio de la Guinea, y la propia Asociación de Vecinos de la Guinea, realizan una encomiable labor de recogida, principalmente de alimentos, para familias necesitadas de toda la ciudad.

Comercio en auge

Las calles aledañas a la Ronda Vinatea, arteria central del barrio de la Guinea, encuadradas entre la calle Segorbe e Historiador Escolano, son apacibles y tranquilas. Comercios de toda la vida, principalmente carnicerías, panaderías, verdulerías o cafeterías, conviven con tiendas de reciente apertura.

Julián Díaz, propietario y fundador de la Zapatería de Díaz, que nació en este barrio hace 29 años, recuerda la época, previa a la crisis, cuando el barrio era referente provincial de venta de zapatos. Con todo, y aún con alguna dificultad, celebra haber podido continuar y ampliar su negocio, que emplea a toda su familia. También hay en la Guinea espacio para jóvenes emprendedores. Noemy Badal, propietaria de la tienda y taller La Papallona, es un ejemplo de ello. Hace cuatro años fundó su exclusivo negocio de costura y «patchwork», donde además de material, realiza cursos de formación. Una actividad comercial en auge que hace presagiar un futuro lleno de prosperidad en el barrio.

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