Los espeleólogos no solo se adentran en las cuevas. También las limpian. Una de estas jornadas se ha vivido este fin de semana en la Cova de la Mola de Fanzara, cuya fácil accesibilidad, unida al auge del senderismo, pero sobre todo, al incivismo de unos pocos, la han convertido en un foco de visitas, pero también de insalubridad. Latas, plásticos e incluso bolsas se habían ido acumulando en este enclave durante los últimos tiempos. Y, aunque acceder a la primera planta de la cueva no es demasiado complicado, retirar los residuos lo es más, porque parte de esta basura había caído o se había depositado en agujeros de incluso 70 metros de profundidad, extendiéndose durante un kilómetro. Por ello, los expertos han tenido que emplear cuerdas, arneses y linternas.

Daños ambientales

Más allá de cuestiones estéticas, la presencia de estos elementos en las cavidades atacan a la fauna autóctona, ya sean microorganismos, insectos o murciélagos que pueblan este enclave. Además, también pueden contaminar los acuíferos, según advierte Generoso López, del club GEON de Onda, uno de los organizadores de la iniciativa.

En cuanto a la jornada de limpieza, en la Cova de la Mola se concentraron espeleólogos de varios clubes de la Comunitat Valenciana. Equipados con bolsas de grandes dimensiones, empezaron a llenar contenedores. También acudieron para comprobar los trabajos in situ la alcaldesa de Fanzara, Ana María Pastor, y la directora de conservación de cavidades, Mari Luz Santos. Y es que en estas jornadas también colaboraron entes como la Federación Valenciana de Espeleología, el Ayuntamiento de Fanzara y la vocalía de Conservación. No es la primera vez que se organizan este tipo de jornadas. En años anteriores, el club de espeleología ya participó en la limpieza del Avencs dels Frares, de donde se sacaron 14 m3 de basura, y en la de una sima de Lucena, de donde retiraron 300 kilos de ropa.