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El recuerdo del «boom» inmobiliario

La estructura de un gran edificio abandonado a medio construir afea la zona Cada lunes la avenida se convierte en el centro comercial por excelencia de la provincia con el mercado

El recuerdo del «boom» inmobiliario

Los cuatro kilómetros que separan Castelló de la zona del Grau han sido durante décadas entendidos como una gran distancia. La deficiente comunicación en transporte público y la inexistente zona peatonal entre estos dos núcleos determinó que el distrito marítimo fuera una zona poco transitada por los vecinos de Castelló durante décadas, que en la mayor parte de los casos sólo se desplazaban a este barrio durante los meses de verano, buscando la playa.

Los diferentes distritos de capital de La Plana, con todo, se han sometido en los últimos años a una gran transformación. Quizás uno de los que más ha cambiado ha sido precisamente la zona este de la ciudad, el distrito marítimo, y más concretamente, los accesos desde Castelló. Aunque de forma general han mejorado todas las vías de acceso a esta zona, destaca especialmente la avenida del Mar. Lo que hasta hace una década aproximadamente eran 4 largos kilómetros de carretera, ahora es, además de una vía con dos carriles en ambos sentidos, un agradable paseo, con zonas ajardinadas en el espacio central. El atractivo de esta zona es incluso mayor los lunes por la mañana, ya que esta avenida se convierte en el centro comercial por excelencia de la provincia. Hasta el tradicional mercado se desplazan vecinos de todas partes de la ciudad. Venta de fruta y verdura sin intermediarios, además de un amplio surtido de ropa, zapatos o telas, entre otros.

A pesar del gran cambio al que se ha sometido esta gran avenida hay aspectos todavía mejorables. A poca distancia del recinto de ferias, donde se celebra este mercado, se alza la estructura de un edificio abandonado. La crisis económica, como en tantos otros proyectos en la capital de La Plana, paralizó la finalización de muchas obras. Ahora estas estructuras abandonadas son el triste recuerdo de una época en la que la fiebre del ladrillo cegó a muchos empresarios del sector inmobiliario.

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