En la actualidad, la vida gira en torno a la digitalización, las redes sociales y las telecomunicaciones, convirtiendo a la imagen en nuestro núcleo central globalizado.

Esta misma globalización nos sumerge en una sociedad del bienestar, donde tenemos opción de decidir qué y cómo comemos, renegando incluso de nuestra condición natural de omnívoros, lo que nos lleva a abusar de ese poder de decisión y apareciendo gran cantidad de trastornos y problemáticas asociadas a la alimentación.

Durante el embarazo, el aumento de peso es una condición incuestionable, pero no todas las mujeres lo viven con normalidad. Hay quienes se relajan en exceso y descuidan su alimentación, añadiendo nutrientes y kilos que en nada benefician el proceso ni la salud.

En el contrapunto encontramos a aquellas mujeres que vivencian este aumento con una gran ansiedad, desarrollando una anorexia del embarazo o pregorexia.

Este trastorno alimenticio se caracteriza por la misma obsesión y control del peso, reduciendo la ingesta de alimentos o realizando gran cantidad de ejercicio, como en una anorexia nerviosa.

Este fenómeno suele ser un paso más dentro de una anorexia ya existente, aunque también puede ser el inicio de esta o focalizarse únicamente durante este periodo.

La pregorexia puede tener efectos muy nocivos tanto para la madre (anemia, disminución de la producción de leche materna, cambios hormonales,...) como para el bebé (malformaciones, defectos en la formación del sistema nervioso, retraso del crecimiento, parálisis cerebral, problemas cardiovasculares y digestivos, incluso muerte fetal intrauterina). Este rechazo del propio cuerpo y sus cambios puede generar un rechazo hacia el propio hijo, sintiéndole como culpable de su situación.

Diferentes investigaciones afirman que estos niños están predispuestos a tener un nivel intelectual más bajo y pueden sufrir complicaciones fisiológicas y emocionales a lo largo de sus vidas.

Su tratamiento se asemeja al de cualquier trastorno alimenticio. El apoyo y el trabajo familiar es fundamental en este sentido, ya que la embarazada no reconoce su enfermedad e intenta ocultar sus hábitos a su entorno más próximo. Se trata de un trastorno psicológico que debe tratar un profesional y llevar un seguimiento médico y obstetra en consonancia, durante el embarazo y en el postparto.