Lo que no te mata te hace más fuerte y bla, bla, bla. Me gustaron bastantes cosas del Castellón el miércoles. Sobre todo la respuesta del equipo tras el 2-1. Cuando un partido plantea una encrucijada así, la réplica de un colectivo suele ser clarificadora. Que el Castellón optara por buscar el tercero y luego el cuarto, en lugar de dar un paso atrás para custodiar la ventaja, habla en positivo del estado anímico del vestuario, que parece haber salido reforzado tras superar una situación límite.
Lo que no te mata te hace más fuerte y bla, bla, bla.
El equipo ha sabido enderezar una deriva crítica, apoyado en un tramo benévolo del calendario. Ahora, veremos, le toca confirmar los indicios frente a rivales de un peldaño superior de exigencia. Esa es la oportunidad, para ellos y para el entrenador. Frank Castelló está a un par de semanas de conseguir lo que no consiguieron Peris, Esteva o Calderé. De conseguir lo que no consigue nadie desde Pedro Fernández Cuesta en 2012. Sobrevivir a octubre tras haber empezado el curso en el banquillo de Castalia.
La vida del entrenador en el Castellón es una constante carrera de supervivencia. A las urgencias, a la necesidad, a las intrigas interiores y exteriores, a las presiones, a los impagos venideros, al ego del vestuario y a la presidencia. Siendo justos, en este aspecto David Cruz no ha inventado nada: simplemente ha continuado la tradición caníbal de los últimos treinta años.
Cruz, en paralelo, anda perfeccionando su papel de villano. Es un malo de manual, un malo malísimo, un malo de un cómic de Marvel. Es un malo que le ha venido muy bien al establishment provincial todos estos años. A los empresarios [ay, es que como está Cruz], a los políticos [ay, es que como está Cruz], e incluso a nosotros los periodistas, para dejar de hacer propaganda por un rato y rebozarnos dignos en una historia simplista de buenos y malos.
Veremos qué pasa, si llega, ese día en el que Cruz no sea ya excusa.
