Cuando Sol Giner era pequeña estaba convencida de que era de Nules, pero vivía en Valencia. Así de intensa ha sido desde siempre su vinculación con el pueblo natal de su padre, Enrique Giner, escultor y medallista que da nombre el Museu de Medallística de Nules, único de esta especialidad de toda España.

Ayer, el ayuntamiento de Nules llevo a cabo un acto con el que hizo oficial su nombramiento como hija adoptiva, convirtiendo en oficial un sentimiento que la viene acompañando toda su vida, alimentado por su padre, que dejó trazos de su genialidad en imágenes tan emblemáticas como la la de la Mare de Déu de la Soledat, que restauró tras la Guerra Civil, o las del Nazareno, la Inmaculada, la Horación del Huerto, el Corazón de Jesús y San Vicente.

En el año 1984, Mosen Javier y su sucesor como Cronista Oficial de La Vila, Vicent Felip Sempere, acudieron a su casa para pedirle a su padre sus herramientas de escultor para el «Museu d'Història», un gesto que impactó tanto a la familia que nunca lo olvidaron.

Años más tarde, Ascensión Figueres y Vicente Martínez Lucas, en representación del ayuntamiento y Felip Sempere, volvieron para anunciarles su intención de rendirle un homenaje. Sol Giner, que siempre permanecía callada, les dijo: «Los sentimientos y la voluntad de mi padre hacia Nules, son los míos». Y así ha sido siempre. Por lo que Nules la reconozca como hija, es un acto de lealtad.