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Dos décadas del belén viviente de todo un barrio

Un total de 200 personas se implican en una representación en la que participan unos 92 actores y actrices amateurs, que van desde bebés de 22 días hasta veteranos de más de 80 años

Dos décadas del belén viviente de todo un barrio

Un grupo de adolescentes, miembros de la parroquia de San José Obrero, se planteó a mediados de los años 90 poder hacer su propia representación del nacimiento de Jesús para aportar algo a los actos navideños del barrio. La experiencia fue enorme, por lo que decidieron repetir el año siguiente... y así han pasado ya dos décadas en las que no ha faltado este belén viviente, que se ha convertido en un clásico de las fiestas navideñas de la capital de la Plana.

La parroquia de San José Obrero, en el barrio de Crémor, es sin duda una de las de mayor actividad de la ciudad, en la que los vecinos se implican al máximo durante todo el año. El Misterio de la Navidad, que ha cumplido 20 años, está marcado en el calendario por todos ellos. En sus inicios empezó como un belén sencillo que se realizaba por Nochebuena, pero con el paso del tiempo, dado su éxito, fue ampliando el número, hasta hacerse incluso cuatro puestas en escena. Este año han sido tres repartidas entre el 21 y 22 de diciembre, a las que se han incorporado nuevas partes con motivo de la efemérides

Paco Sanz, el párroco, y José Edo son los encargados de coordinar el trabajo de un equipo formado por cerca de 200 personas. Sanz, que lleva siete años en la iglesia del barrio, destaca que el gran salto de calidad se dio cuando se diseñó el escenario de la mano de Alejandro Mañas, uno de los miembros de la organización, y el artista fallero Santiago Soro. «A partir de ahí se elevó más si cabe la calidad de la representación y es tanta la gente que quiere disfrutar del Belén Viviente que, lamentablemente, no caben todos». Y es que la representación siempre se ha hecho, y seguirá siendo así, en la propia parroquia. «No se entendería nuestro belén si nos fuésemos a otro lado más grande», señala Paco Sanz, que resalta que los actores se sienten cercanos con el público e interactúan con ellos. El aforo estimado es de 275 personas, de ahí que siempre se intenten hacer tres u cuatro puestas en escena para alcanzar el millar.

Del total de 200 personas que forman parte directamente de la obra, 14 se encargan de coordinar los diferentes aspectos de la obra. Unos 92 actores y actrices, todos amateurs, son los que dan la cara sobre el escenario, pero detrás de ellos hay todo un trabajo de ambientación musical, vestuario, maquillaje, montaje, escenografía o iluminación para ofrecer un belén que siempre emociona. El apoyo desde hace años de la Fundación Dávalos Fletcher, así como del ayuntamiento y la diputación, ha permitido envolver el belén de buenos mimbres a nivel técnico. Uno ejemplo es que en el templo llegan a desplegarse unos 15.0000 watios de luces led y más de 2.000 de sonido.

Con el paso de los años, como recuerda Paco Sanz, van cambiando los actores, dándose el caso de que son varias las generaciones de familias que ya han pisado las tablas. El pasado año se cambió de San José o de Virgen María. «Los pastorcillos, por ejemplo, dejan de serlo cuando hacen la comunión», señala el párroco. Sobre las edades, van desde los 22 días que tenía este año el niño Jesús a los 80 del más mayor. «Sea el personaje que sea, todo el mundo, tanto los que conformamos el colectivo como los vecinos que vienen a vernos, dejan patente su ilusión».

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