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Matarem El Cuc Ací

Nueva ubicación, mismo sabor

Entre los 5 y los 8 euros, el Bar Gargallo ofrece guisos como el conejo con patatas o la ternera estofada que completa un almuerzo clásico en un nuevo escenario

Nueva ubicación, mismo sabor

En los últimos tiempos, sobretodo por la crisis y los elevados índices de paro, muchos economistas han embaucado a los políticos con una apuesta monolítica por el emprendedurismo.

Incluso hay supuestos emprendedores que ganan dinero enseñando sus secretos a otros emprendedores. Sin embargo, la fórmula clásica muchas veces es la mejor solución para un cambio de ubicación.

Así lo demuestran los actuales gestores del Bar Gargallo. Una nueva generación que asumió las riendas con una maraña burocrática por delante y que decidió trasladar el restaurante desde la calle Río Júcar a la Avenida Villarreal.

En ese nuevo emplazamiento, las comodidades para el cliente justifican el cambio. Mejor aparcamiento, nueva infraestructura, pero si no se hubieran llevado consigo el guisado de ternera estofada, la conserva o el famoso conejo con patatas, se habría perdido la esencia y con ello, posiblemente los clientes.

Así lo comenta Óscar, hijo de los fundadores del Bar Gargallo y que se inició en el negocio hace 10 años. «Nosotros somos originarios de Alcalá de la Selva, en Teruel y teníamos clientes de la zona de Morella, Vilafranca...y con el cambio de ubicación han seguido viniendo y se han movido con nosotros». ¿Alguna diferencia? «Sí, que ahora tienen más sitio para aparcar».

Ese es el único secreto de un bar en el que los nuevos clientes, inquilinos de una zona de viviendas necesitadas de habitantes, se sorprenden cuando ven sobre la barra y en la trastienda quesos enteros y que cuando lo piden, se les corta al momento.

Los clientes se sorprenden, pero a los gestores le parece de los más normal. «No tiene nada que ver un queso cortado en el acto, a uno que lleva días. De hecho, lo hacemos con todo, con el jamón, la cecina, que ya casi nadie tiene...». Un apunte da muestra de que los clientes están satisfechos: «Gastamos casi todos los días un jamón».

Para el sobresaliente, quedan los platos de «conserva», absolutamente conocidos en el interior de Castelló y en la zona turolense (conocidos como ´frito´), pero que genera alguna duda en los profanos. Longanizas, lomo y costilla, fritos y conservados en aceite que se deshacen y alcanzan la cumbre gastronómica al servirlos acompañados de huevo revuelto y chorizo.

En definitiva, aunque parezca que las nuevas ubicaciones pueden desvestir y desvirtuar la esencia de la tradición gastronómica de los clásicos almuerzos, si con ellas se traslada también el saber hacer culinario, la fórmula funciona. Como versó Tote King, «hay bares de menú que parten la franquicia del McDonald´s entero» y en asuntos tan serios como es el almuerzo en la zona castellonense, «lo que funciona, no lo cambies».

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