David Cruz lleva mucho tiempo sin dar la cara. Uno ni se acuerda de cuándo fue la última vez que el presidente del Castellón atendió a los medios de comunicación. Pero es que la plantilla también lleva cerca de un mes sin cruzar palabra con el consejero delegado y a la vez máximo responsable de la entidad de la capital de la Plana. La última vez que se dejó ver fue ante el Crevillente, pero las últimas explicaciones al vestuario llegaron el día que el conjunto albinegro se enfrentó al Almazora en Castalia en la víspera del arranque de las fiestas de la Magdalena.

Ha pasado algo más de un mes y las únicas noticias que reciben sobre la compra-venta del club es a través de su entrenador, Manu Calleja, o del director deportivo de la entidad albinegra, Saúl Suay. La falta de comunicación es total y, según se explica desde el propio vestuario de la escuadra albinegra, el presidente no da la cara cuando se le requiere. Eso sin tener en cuenta que cuando la daba tampoco aclaraba nada porque el dirigente catalán sí ha hablado con la plantilla (jugadores y cuerpo técnico), pero tampoco les ha aportado una solución y lo único que ha hecho ha sido prometer cosas que nunca ha cumplido.

A todo ello, los futbolistas siguen trabajando después de que algunos de ellos el jueves pasado no aguantaran más y explotaran, escribiendo en las redes sociales la agónica situación por la que atraviesan muchos de los integrantes del vestuario, después de acumular cinco meses y medio sin cobrar sus mensualidades. Fueron cuatro los valientes que se desfogaron y un buen puñado de compañeros los que les apoyaron en sus comentarios. Otros prefirieron callar.

Ni el martes por la tarde cuando el equipo reanudó el trabajo tras la victoria ante el Borriol (5-1) ni ayer por la mañana cuando la plantilla se ejercitó en el campo del Parque Sindical se ha llamado al orden a los jugadores que dieron la cara y dijeron públicamente cómo lo está pasando el vestuario en estos cinco últimos meses sin percibir las cantidades económicas establecidas por contrato a principio de temporada.

Lo único que quieren los futbolistas y el cuerpo técnico es una solución. Que se les ponga al día de los cobros y seguir peleando a muerte como lo han venido haciendo para clasificarse para disputar la fase de ascenso a Segunda División B. Una plantilla hecha a prueba de bomba que, de momento, no adoptará medida alguna de protesta o plante.