Como las cosas son como son por alguna razón, mientras todos los equipos fueron obligados a transformarse en Sociedad Anónima Deportiva, pero el Real Madrid y el Barcelona con algún acompañante continúan siendo clubes deportivos y por tanto con deberes financiero-administrativo distintos, la competencia seguirá siendo falsa. Que el ya ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol haya dado con sus huesos en la cárcel, ahora con libertad condicional tampoco ayuda, todo y la presunción de inocencia a la que por supuesto tiene derecho. El poder, corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente, que dijera el sabio y así nos va, siendo la mejor Liga del Mundo, ¡ja!

Por lo que hace al Villarreal y su partido en València frente al Levante, con decir que más de lo mismo, está todo dicho. El equipo se pareció como una gota de agua a otra al del inicio de la temporada anterior: también malo de matar, con un buen número de lesionados, al igual que la campaña anterior y sin la menor intención de intentar nada que no fuera aguantar el chaparrón frente a un equipo menor, dígase lo que se quiera. Si habíamos quedado en que el talento de la plantilla era similar entre todos, los jugadores que formaron en València de inicio debían demostrarlo, lo que o fue así.

Que el árbitro una vez más y ya estamos acostumbrados, señaló penal en una jugada donde no hubo falta no resta un ápice de vergüenza ajena al lamentable espectáculo ate unos granotas que llegaron siempre y si solo se perdió por uno y de penalti, cúlpese a su inocencia atacante y a la actuación soberbia, es decir como siempre, de los centrales. Todos los demás perdiendo siempre los tiempos y los espacios frente al rival, esperpéntico, inexplicable y triste, para un equipo cuya plantilla, además de formada por jugadores de renombre, ha costado un ojo de la cara y la yema del otro. La afición no merece esto y el Presidente con su abnegada y exquisitamente profesional/financiera dirección, menos que nadie.

Les estoy contando mi verdad, sabiendo que no gustará en el Villarreal, consciente de la afirmación de la sabiuduría: «La verdad, no; tu verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela». Pero como es deber del periodista no defraudar las expectativas de los aficionados aquí seguiremos mientras contemos con la confianza del periódico Levante, el medio de comunicación escrito más leído de entre todos los del País Valenciano, lo que no es un asunto menor. De manera que más vale una vez rojo que ciento amarillo y en este mundo hay de todo como en casa de todo hijo de vecino. Me cogerán áspero, tal vez escasamente maleable o directamente no colaboracionista, lo que honradamente no creo, si bien el fútbol es pasión y la pasión, cuentan, nubla la vista.

Dejo para el final, porque también ocurrió hacia el final del partido, cuando el entrenador Escribá no tuvo otra ocurrencia que sacar del campo a Bacca -el fichaje más caro y mediático de la plantilla- para sustituirlo por N´Diaye, el fubolista exigido por Marcelino la temporada anterior y que apenas si ha jugado unos minutos, mientras estuvo aquí. Quedaba plasmado de esa manera la idea de Escribé, que abandonaba cualquier intento de ganar, para alcanzar el empate. Pero como Dios escribe recto per con renglones torcidos, con el penal inexistente pero señalado, ejecutado y metido, el Levante ganó un partido cuya victoria mereció.

Dejo para el final mi dolor por los acontecimientos producidos en Barcelona, por la barbarie de una larga docena de analfabetos, criminales y asesinos, categoría máxima de lo que el hombre puede alcanzar en su condición miserable. Lo serán tanto, que mataron sin el menor reparo a seres humanos que han colaborando con el pago de sus impuestos a pagar las pensiones de tanto criminal, además de ofrecerles, gratuitamente salud y enseñanza.

Hay que ser salvajemente criminal para sembrar el terror de una sociedad tan acogedora como la catalana. Algunos han sido abatidos, otros pagarán con la cárcel tanta maldad. Alimentados por el fanatismo elevado a la máxima potencia, criminales y asesinos, en el santo nombre de Alá en la boca alimentan su odio en cada aspiración de sus pulmones. Nunca más, encargados de la gobernanza y del orden, nunca más.