Los delanteros son como los novios. Si no los tienes los idealizas. Si los tienes les ves de cerca los defectos. En el Castellón últimamente el bueno es el que no está, el que se necesita es el que no viene. David Cubillas aceptó este verano dar ese paso que separa el estar o el no estar. Fue el fichaje estrella para la delantera. Bajó de categoría, arriesgó estatus y prestigio a sus 27 años y asumió la responsabilidad de llevar el 9 en Castalia. En las últimas dos jornadas no solo ha sido titular, como siempre. Ha sido el único delantero disponible. Cuando más dependía el club de él, más decisivo ha resultado.

Los goles de Cubillas (el 1-0 contra el Ilicitano y el 0-1 en Buñol) han acercado al Castellón al liderato y, sobre todo, han evitado incendios. La discutible maniobra del club en el mercado (primero las salidas y luego las llegadas) se agravó con la lesión de Raúl Ahíbar, el delantero del filial llamado a cubrir las espaldas de Cubillas mientras se rearmaba la plantilla. Pero se lesionó Ahíbar, se empujó a Nico Pascual-Leone al Roda y se mandó a la grada a Rubén Fonte, también la bandeja de salida. Era Cubillas o Cubillas, y el ariete ha tomado galones.

El perfil

El delantero del Castellón ha instalado en el vestuario una tradición postvictoria. Si el equipo gana, Cubillas saca su gadgetobrazo e inmortaliza con un selfi colectivo la alegría de la victoria. Ser de Castelló y jugar en el Castellón implica siempre jugar por alguien más que tú. A Cubillas lo llevó de niño su padre, socio de siempre, al estadio Castalia. Amigos, familiares y conocidos se acumulan ahora en la grada. En Gol Norte ha prosperado el cántico «Portero tiene miedo, Cubillas is on fire». Cuando marca, muta la canción: «Y marca un gol, Cubillas marca un gol...». Los veteranos del lugar se acuerdan de viejos tiempos, cánticos clásicos y delanteros legendarios: «Aplaudan, aplaudan y vuelvan a aplaudir, los goles de Alcañiz, que ya van a venir». Son los ecos del fútbol en el cemento de Castalia.

Cuando sale al campo, Cubillas mira al cielo en recuerdo de su tía, que falleció joven cuando él tenía 13 años, y se besa la estrella que lleva tatuada en su memoria. Le gusta salir el último al césped y también el último de la ducha, con las consiguientes broncas de Eliseo, el utilero. Repite la superstición sobre todo si ha funcionado en el partido previo. De momento no le va mal la maniobra.

Cubillas es gol pero no es solo gol, referencia del ataque en cualquier escenario. La versatilidad de su juego se adapta a Castalia y también al bombardeo en los campos pequeños a domicilio. Lleva 3 asistencias y 9 goles aunque la federación le dé 10, pero en Elda fue Guinot el último en tocar la bola. Cubillas en todo caso tiene a tiro la mejor marca desde el descenso en 2011, la que comparten con 15 dianas el delantero Esaú Rojo (39 partidos en la 2016-17) y Rubén Suárez (31 en la 2014-15).