Cada play-off es un mundo y el Castellón ha experimentado con unos cuantos. Esta es la quinta fase de ascenso a Segunda División B que disputa. El empate en la ida en el campo del Tropezón deja a los albinegros en una situación desconocida. Solo en 2015, el año de Calderé, el Castellón jugó el partido de vuelta en Castalia. Pero en ese caso doble, contra Linares y Haro, estaba obligado a remontar un resultado adverso.

El 1-1 en Cantabria plantea al Castellón un escenario de exigente equilibrio emocional. Juega en casa y el empate sin goles le vale para pasar a la segunda ronda. Los de Sergi Escobar se encontrarán un ambiente similar al que superaron con éxito en el último partido en casa, contra el Orihuela. Esa buena gestión abre una rendija al optimismo, sobre todo en contraste con el fiasco de 2015.

Entonces el Castellón fue campeón. Pero llegó el play-off y se le olvidó jugar. En la ida de la eliminatoria de campeones perdió 1-0 en Linares. En la vuelta salió a la guerra, a la tremenda, a chocar y a abusar del juego directo. El discurso de la semana fue de una sobrexcitación bélica. Sobre el césped, el firme, templado y trabajado Linares le bailó. El club entró en estado de pánico: perdió 2-1 en Haro en la siguiente eliminatoria, con el entrenador señalando abiertamente a diferentes futbolistas. En la vuelta se repitió resultado. En la tanda de penaltis el Castellón no marcó ningún gol y fue eliminado.

Los demás play-offs han tenido un perfil más bajo. El primero, en 2013 con Pedro Fernández Cuesta, se saldó con empate sin goles en la ida en Castalia, y eliminación en la prórroga en la vuelta con el filial del Córdoba. La mejor gestión, probablemente, la lideró Kiko Ramírez en 2016. Ese equipo jugó siempre la ida en el estadio Castalia. Ganó primero 1-0 a la Peña Deportiva, y repitió 0-1 en la vuelta. Ganó después 2-1 al filial del Málaga y le bastó un cerrojo en La Rosaleda. De menos a más, sin multitudinarios recibimientos de autobuses ni llamadas a la épica, como una laboriosa hormiguita, el equipo de Kiko Ramírez alcanzó la eliminatoria final con el Gavà, con el famoso penalti de Antonio como rúbrica.

El año pasado el Castellón disputó dos eliminatorias con Manu Calleja. En las dos jugó primero en casa. Empató a cero con el Poblense y pasó en la vuelta por el valor doble de los goles fuera de casa (2-2). En la segunda doblegó 4-2 a la Peña Sport, pero la vuelta se le atragantó. En Tafalla, el Castellón encajó dos goles en los últimos minutos y cayó eliminado.

En Segunda B

Y es que el Castellón no pasa una eliminatoria de promoción de ascenso jugando la vuelta en casa desde el año 2005, en Segunda División B. Aquel curso la categoría estrenaba un novedoso sistema de promoción. Para subir había que superar dos eliminatorias. En la primera, el equipo de Álvaro Cervera empató en Castalia a cero con la Universidad de Las Palmas, y ganó a domicilio 1-2 para plantarse en la final con el Zamora. Entonces sí: en la ida perdió 2-1, pese al gol inicial de Héctor Bosque, y en la vuelta logró el ascenso gracias al 1-0 de Manu Busto. Ese es el único ascenso del Castellón en las últimas ocho promociones disputadas, cuatro en Segunda B y cuatro en Tercera. Ahora atraviesa la novena.