Eran las 18.30 horas del 24 de septiembre de 1980 y el autobús que hacía la línea de Valencia a Torrent, de la empresa Vasa, iba abarrotado. Su paso por Xirivella había coincidido con la salida del trabajo del personal de la empresa Feycu, que utilizaba este transporte para volver a Torrent, Alaquàs o Aldaia. Decenas de usuarios iban de pie y se agolpaban incluso junto al conductor. Al llegar a la intersección de la carretera con las vías del tren,en el paso a nivel de la salida de Xirivella, la barrera estaba subida. El autobús avanzó y un convoy ferroviario procedente de Madrid, en dirección a Valencia, lo arrolló. Murieron 25 personas en el acto o a las pocas horas. Otras 50 resultaron heridas, muchas de gravedad.

Treinta años después de la tragedia que sacudió la comarca de l'Horta y provocó manifestaciones y protestas para reclamar medidas de seguridad, los peatones cruzan sin control las vías del tren de la línea C-3, en el mismo punto donde se produjo el accidente. El vallado de piedra que se levantó un tiempo después lleva años destruido. Cada día es habitual ver cruzar a familias, ciclistas o grupos de trabajadores en ese tramo.

La pasarela de metal que se edificó para salvar la vía en los trayectos a pie están tan deteriorada que muchos vecinos no se atreven a utilizarla. "Cuando cruzas tiembla y parece que se vaya a caer. Está totalmente pelada, oxidada y con destrozos. No nos fiamos. Preferimos cruzar la vía cuando no viene el tren", dicen. Años después del accidente, se construyeron el muro y la pasarela, pero la intervención más importante fue la de desviar la carretera, que culminaría completamente en el año 2000, con la construcción del puente sobre las vías, que desemboca en la llamada rotonda de la Cuarta Torre en Alaquàs. De este modo, un accidente como el de 1980 no puede volver a repetirse porque el tráfico rodado ya no atraviesa la vía del tren.

No obstante, algunas personas que, de algún modo, se vieron envueltas en la tragedia, protestan porque no está garantizada la seguridad para los peatones. "Parece que todo aquello, en algunas cosas, no ha servido para nada porque esto sigue siendo un peligro para los peatones. Todos deberíamos reflexionar porque entonces la falta de prevención rompió muchas familias y estas cosas siguen pasando", critica Pepi Bermudo, una de las supervivientes del accidente. "Debería haber un muro a lo largo de todo el trazado que impidiera el acceso. Cualquier día pasará algo y volveremos a lamentarlo", opina Marisa Esteban, cuyo marido -entonces novio- tomó el autobús posterior al del accidente y presenció parte de la tragedia.