El debate fue como el juego del gato y el ratón. Y en la campaña los candidatos también han jugado a lanzar envites y esconder las cartas. La tramoya electoral tiene mucho de juego. Pero todo es en clave de rivalidad política. La empresa juguetera de Dénia Cayro quiere que los políticos, esos seres que a menudo se hacen trampas al solitario, aprendan a jugar de verdad. De ahí que haya enviado seis lotes de juguetes tradicionales a los candidatos de los principales partidos.

Los paquetes con el formapalabras, el parchís modular, las damas chinas y el rummi les llegarán al socialista Alberto Pérez Rubalcaba; al líder del PP Mariano Rajoy; a Cayo Lara, de Izquierda Unida; a Josep Antoni Duran i Lleida, de CiU; a Rosa Díez, de UPD, y al candidato por Valencia de Compromís-Equo, Joan Baldoví.

La empresa Cayro explicó ayer en un comunicado que el objetivo es fomentar la cooperación entre los políticos y demostrarles que es mejor trabajar en equipo. Ha bautizado esta campaña con un lema inspirado en el Yes, we can de Obama. Yes, we play (together) es el mensaje de esta iniciativa.

"Muchas veces se tiene la tentación de pensar que los juegos clásicos son pasatiempos que sólo los niños pueden disfrutar. Pero lo cierto es que determinados juegos potencian la colaboración por encima de la confrontación, enseñando a los jugadores a tener paciencia y alcanzar objetivos aprovechando el talento de cada uno de ellos", explicó ayer la propietaria de esta empresa juguetera, Rosario Carrió.

Pasatiempo sin bipartidismo

La firma no ha elegido los juegos al azar. El formapalabras consiste en crear palabras a partir de las de otros, "haciéndolas suyas y mejorándolas". Mientras, el parchís modular "es una buena prueba de que en la política caben todos. La participación de ocho jugadores asegura que no existe el bipartidismo". Las damas chinas demuestran que "la única manera de avanzar es hacerlo juntos". Y el rummi enseña a "manejar los números a todos los jugadores para avanzar".

Con esta iniciativa, la empresa Cayro, fundada en 1954 y que mantiene viva la historia de la industria juguetera de Dénia, quiere "animar a los políticos a dedicar una pequeña parte de su tiempo a descubrir este tipo de juegos tradicionales".

Esta firma dianense lanza un órdago de primera: que la política, esa actividad tan seria en la que solo vale ganar, se empape de los valores positivos y lúdicos de los juegos tradicionales.