Por fin se han podido conocer todos los detalles del popular «robatori de Benimassot». Lo que se asemejaba a una simple leyenda popular se ha constatado una realidad documentada a partir de un estudio del olivense Manel Arcos, que ha desentrañado con pelos y señales lo que ocurrió el último domingo de febrero 1874 en la iglesia de Benimassot, en la comarca del Comtat.

Tras dos años de investigaciones en archivos, fondos documentales y entrevistas a medio centenar de personas, Arcos ha podido reconstruir cómo la cuadrilla denominada «els segrestadors de la Marina», al frente de la cual estaba el bandolero Josep Tomàs Garcia, que adquirió el apodo de «Josep de la Tona», cometió aquel hecho del que hoy se sigue hablando.

Aquel día de febrero treinta y cuatro bandoleros participaron en el «robatori de Benimassot», según la información judicial, comandados por Josep de la Tona. El robo y secuestro se perpetró «de manera noble, sin apenas violencia», indica el historiador Arcos.

La cuadrilla se plantó en la iglesia durante la misa de las seis de la mañana y Josep de la Tona llegó con una lista de los nueve vecinos de Benimassot a los que querían asaltar y que, obviamente, eran los más ricos. Cerraron el templo y fueron saliendo los nombrados, obligados a acompañarles a sus casas y robarles el dinero. Al final de la operación, con los sacos llenos, los bandoleros huyeron por el barranco de Malafí, desde la Vall de Seta hacia la Marina Alta. El botín se calcula entre 53.000 y 55.000 reales, que en la actualidad equivaldría a 660.000 euros.

La mayor parte de los bandoleros eran de la comarca de la Rectoría de la Marina Alta, una zona que engloba a los municipios de Sagra, Sanet i els Negrals, el Ràfol d’Almúnia, Orba y Tormos. También de Beniarbeig, Tàrbena y Castell de Castells.

Capturado por una traición

La cuadrilla «els segrestadors de la Marina» operó entre noviembre de 1869, cuando Josep de la Tona huye de la prisión de Valencia, y mayo de 1875, cuando el bandolero fue abatido por la Guardia Civil a los pies de la montaña del Castellar, en el puerto de les Aigües del término municipal de Oliva.

Según narra el historiador Manel Arcos, su captura se produjo cuando se despedía de las familias para huir a Orán (Argelia). Un compañero lo traicionó revelando a las fuerzas de seguridad el lugar en el que se encontraba a cambio del perdón y de salvar su vida.

Al margen del robo y secuestro en Benimassot, Josep de la Tona protagonizó decenas de actos de bandolerismo, entre ellos el secuestro de una mujer rica de Ondara con otros bandoleros de la Safor implicados, los Peiró Muñoz del Real de Gandia y posiblemente Vicent Muñoz Peiró, de la Font d’en Carròs que, como los demás, se encontraba en búsqueda y captura.

Sus víctimas eran personas terratenientes, familias acomodadas y ricas. Tres de las casas de las víctimas todavía siguen en pie: la del «Tio Pep de la Plaça», a quien amenazaron, la «Casa del Senyoret» con la escalera en la que escondía el dinero en el tercer escalón en un cofre, y la «Casa de Frau», que se encuentra en la calle del mismo nombre, antiguamente calle de Sant Josep.