La riqueza patrimonial y esencialmente social de la Font de Quart queda patente en Les Valls la supervivencia de els rebascalls; unos auténticos antecedentes medievales de los actuales huertos urbanos o sociales que las administraciones ceden a particulares para cultivar un espacio que quedaba entre las acequias y los huertos colindantes que se dejaba de la mano del Sequier Major y del Guarda Sequier para que concediese su uso y disfrute a quienes lo necesitasen. «Es algo de toda la vida; a mí me lo entregó el anterior guarda y yo se lo dí al siguiente. Antes había gente muy pobre y estos campos les permitía cultivar para casa» afirmaba Crescencio Recatalà, el que fuera Guarda Sequier de la Font de Quart desde 1977.

Els rebascalls, anexos a la denominada «sèquia mare» se estructuran en parcelas de escasos metros cuadrados de tierra fértil que, aunque pertenezcan a la Junta d' Aigües de la Font de Quart, su uso y disfrute está asignado verbalmente a determinados agricultores. Esta concesión llegaba tradicionalmente de la mano del Guarda Sequier, una de las figuras clave para el mantenimiento de la Font de Quart junto al Sequier Major. Estas dos figuras sólo pueden ser de Faura y Benifairó; «es una de las innumerables curiosidades que tiene el régimen de ordenanzas de la Font, el Guarda sólo puede ser de Benifairó, en caso de no haber nadie dispuesto a ejercer el cargo se buscaría en el municipio más próximo. No obstante jamás ha faltado ni guarda, ni "sequier" para la Font. Es nuestra vida aunque ahora el riego vaya por goteo y esta tradición se haya perdido, es fundamental saberlo y mantenerlo», afirmaba Joaquín Alabadí, vocal de la Junta d'Aigües desde hace 30 años.

El cultivo actual del rebascall sigue destinándose a hortalizas mayormente de producción estival, y los agricultores que los trabajan lo hacen por afición, por mantener la tradición y contar con buena materia prima en su mesa. «Tiene un valor sentimental, lo trabajaron nuestros padres y ahora no vamos a dejarlo perder», apuntaban los rebascalleros. «Aquí plantamos de todo un poco, para casa: berenjena, boniato, acelga? porque lo compras y no sabes cómo está tratado; en cambio aquí sabemos cómo es; todo natural», añadían.

Estos campos que han pasado de generación en generación cuentan con el añadido de estar cerca de los municipios. Actualmente existen numerosas parcelas de rebascalls por la huerta de la Vall de Segó, pero los de la Font de Quart, que se riegan «a poal» desde la acequia, han quedado restringidos a los términos de Quart y Quartell.

La tierra colindante es especialmente fértil. «Ahí hemos cultivado las mejores hortalizas que podrán comerse jamás. Se trata de una tierra muy apreciada, y nunca se ha pagado por ella. El Guarda daba el permiso, sin pedir nada a cambio. Si tenías buen género le ofrecías a quien pasaba por allí o a vecinos y amigos. No hay precio ni posible herencia de estos terrenos», añadía Crescencio Recatalà. Tal es su buen resultado que, aunque desde tiempos ancestrales estos terrenos han sido explotados esencialmente en verano, en los rebascalls se cosecha durante todo el año.