Sin duda, 2017 va a ser un ejercicio lleno de recuerdos y conmemoraciones para Marines. El ayuntamiento que preside la alcaldesa, Lola Celda, va a programar una amplia batería de actividades -con eventos todos los meses- para recordar el traslado desde Marines Viejo al actual Marines.

Tal como narra la munícipe, el desastre aconteció el 14 de octubre de 1957. Las lluvias torrenciales arrastraron varias rocas de la montaña contigua y arrasaron parte del pueblo, provocando hasta 6 víctimas mortales e irreparables daños. Las autoridades locales, con el apoyo de las instituciones gubernamentales -que reservaron parte del término municipal para ubicar en él un campamento militar- decidieron el traslado del núcleo urbano al emplazamiento que ahora ocupa el nuevo Marines (finalizado en 1967). De hecho, afirma Lola Celda, el cambio a la nueva población tardó una década en concretarse y se materializó cuando se construyeron y asignaron viviendas a las familias -más o menos grandes según si eran numerosas o no- y pagando religiosamente cada año unas 10.000 pesetas de la época. «Nuestros mayores -relata- nos cuentan que bajaban en moto, en carro o en bici e iban llevando sus escasas pertenencias a las nuevas casas del Marines nuevo hasta que en 1967 se efectuó un último viaje con un camión que compartían todos los vecinos». Además, hubo una romería en la que se bajó al patrón, el Cristo de las Mercedes, a hombros. Hace 25 años, con motivo del 25 aniversario, se repitió esta romería, y en 2017, en octubre se volverá a hacer. Después, en 1975, Marines creció por el asentamiento de colonos procedentes de Domeño, municipio de la Serranía afectado por la construcción del pantano de Loriguilla (1975).

Este pueblo nuevo de Marines, situado en el llano, con su trazado ortogonal, acoge hoy a unas 1.800 personas. «Mantiene su fisonomía de la época, porque en nuestras normas subsidiarias hemos obligado a respetar las fachadas y el tipismo de las construcciones en las reformas posteriores de los vecinos», comenta Celda. El resultado es que en Marines sólo hay viviendas de dos plantas con una pequeña parcela y de los más de 300 construidos en la España franquista «es el que mejor conservado está», tal como se podrá comprobar en una exposición que se va a organizar sobre este tema en octubre. El Marines viejo sigue en pie y rehabilitado. Alberga una treintena de familias y en época vacacional crece hasta unas 300 o 400 personas.

En cuanto al presente. Hasta finales de 2017 se van a suceder diversas celebraciones con el 50 aniversario como motivo de fondo: en enero se ha podido ver una exposición con los disfraces y las fotos sobre las fiestas de San Antón de este medio siglo de historia; en febrero se programará una batukada; en marzo, durante la Semana de la Mujer, también habrá otra muestra que recorrerá el papel de las féminas en estas 5 décadas de historia. En abril, se celebrará el cumpleaños de una vecina centenaria que fue una de las trasladadas en 1967. Durante el resto del año, continuarán más actos, aunque los más importantes serán en octubre, cuando habrá una paella gigante y se volverá a hacer la romería citada. En fin, será un año lleno de emociones y memoria.