Mónica Ros, Silla

Y lo saben porque las consecuencias del crecimiento los coll-verd -las aves autóctonas de l'Albufera- ya están arrasando con hanegadas de cultivos de lechugas y cogollos (en el caso de Silla), coles (en la zona de Massanassa) y hasta habas tiernas en la marjal de Catarroja.

Los agricultores de Silla han elevado la voz para exigirle a los responsables de la Conselleria y del parque natural de l'Albufera que les indemnice por los daños ocasionados y "por los que vendrán" porque "si todos los años arrasan los campos, este año no va a ser menos. Los coll-verd se han multiplicado y nos dejarán en la ruina". Por ello, piden a los responsables del parque "que les den de comer".

Y es que durante los tres o cuatro meses que dura la temporada de caza, las aves tienen alimento por partida doble. Por una parte acuden a los cotos -que los cazadores han llenado de semillas a modo de reclamo- y por el otro pueden alimentarse, sin peligro alguno de caer abatidos, en la denominada Mota del Fang. Sin embargo, finaliza la temporada de caza (en enero) y las aves ya no tienen nada que comer.

Vicent Calvo Mustieles, agricultor y responsable del Motor dels Calvos durante 42 años, lo tienen claro. "La conselleria y los responsables del parque natural deben controlar las aves. Y es su deber alimentarlas. Me parece estupendo que las protejan y que controlen la caza. Pero me parece una aberración que ahora las maten de hambre. Están famélicas y desesperadas. En Silla ya nadie quiere plantar lechugas, y los que lo hacen, pierden sus cultivos", asegura con la firmeza de quien es un experto en el tema.

Con el arroz, Mustieles sabe qué pasará. "En cuanto sembremos lo arrasarán todo", asegura. Por ello exige a los responsables del parque natural que indemnice a los labradores que resulten perjudicados por las aves porque "nosotros vivimos del campo".

En Catarroja este año, directamente, nadie ha plantado cogollos en la localidad "porque ya sabemos que los patos cuando tienen hambre arrasan con todo, como es normal". Y como anécdota, el presidente de la cooperativa agrícola de la localidad afirma: "esta mañana las he visto comer habas tiernas. ¡Increíble!". En Massanassa la situación es similar y tan sólo cambia el cultivo. "Tenemos coles acabadas de plantar y casi no quedan. Es un desastre", señala el presidente de la entidad agraria de este municipio.

Los labradores han intentado varios métodos para espantar a las aves, pero "nada da resultado. Son astutas y tienen hambre. No tienen miedo a nada. Este campo está a 100 metros de la pista de Silla", asegura Mustieles, en Silla.