Víctor Romero, Valencia

El Papa Juan Pablo II accedió en el año 2000 a proclamar al humanista inglés Tomás Moro patrono de los políticos. Lo hizo tras atender un aluvión de peticiones de cargos públicos liderados por el entonces presidente de la República de Italia, Franceso Cossiga. La razón de por qué Moro fue el elegido habría que buscarla en su propia biografía, ejemplo palmario de cómo un político puede pasar del cielo al infierno por enemistarse con sus superiores o compañeros. Al también abogado inglés le ocurrió con el rey Enrique VIII en 1535, que ordenó su ejecución bajo la acusación de "alta traición" tras oponerse el escritor a avalar la ruptura de su señor con la Iglesia de Roma y fundar la Iglesia Anglicana al negarse el Vaticano a legalizar su divorcio con Catalina de Aragón.

En un juego de gestos y metáforas en el contexto de la fuerte crisis interna que vive el Partido Popular, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y el de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón bromearon ayer sobre la figura de Moro después de que la primera le regalase al segundo un ejemplar facsímil de la obra La Agonía de Cristo, que el político escribió cuando se encontraba confinado en la Torre de Londres pendiente de cumplir su fatal pena. Fue en la recepción que Barberá ofreció a Gallardón en el Salón de Cristal del Ayuntamiento de Valencia, previa a la presentación de la ciudad como subsede olímpica de vela de la candidatura Madrid 2016.

"Es una reflexión sobre el calvario personal", le explicaba la primera edil a Gallardón para manifestar a continuación entre risas la condición de Tomás Moro de patrono de los políticos. "El amparo del patrono nos hace muchísima falta", bromeó la alcaldesa.

Un sorprendido Gallardón, que dirime estos días su demanda civil por injurias contra el locutor de la Cope, Federico Jiménez Losantos, remató la ironía: "Ninguno de nosotros queremos terminar como Tomás Moro".

Barberá recibió de parte de Gallardón un antiguo sacapuntas "para que la mejor alcaldesa de España siga sacando punta a todo aquellos que necesitamos en Valencia y en España". "Yo creo que lo pondré en marcha en e congreso", replicó la alcaldesa de Valencia en medio de risas.

Fue la única y breve referencia a la batalla interna de la jornada. A medio día, tras la presentación el proyecto de subsede olímpica, Gallardón evitaba responder sobre la crisis popular a preguntas de los periodistas apelando a la "unidad" y al espíritu olímpico. El alcalde de Madrid, al menos, sí se puso ante las cámaras y los micrófonos de la prensa. Tras el mismo acto, Francisco Camps y Barberá optaban por eludir a los plumillas y no realizaron declaraciones.

Barberá ejerció de anfitriona orgullosa en la ruta por la ciudad. Gallardón llegó a Valencia acompañado de gran parte de su equipo municipal y de la candidatura olímpica. En el séquito estaba incluso el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Óscar Iglesias, al que el primer edil de la capital le agradeció el apoyo al proyecto, al igual que hizo con el Gobierno de España. "Este proyecto no es de ningún partido ni de ninguna institución", manifestó Gallardón tratando de sacar el sueño olímpico de la pugna partidista. Todo un estilo distinto al mostrado por Camps y Barberá cuando sacaron pecho con la Copa América, pero ni citaron que el lugar elegido para la presentación de la subsede olímpica de vela, el edificio Veles e Vents, fue sufragado con un crédito del Gobierno central.