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La Real Academia de la Lengua recoge tres acepciones para la palabra crepúsculo. La tercera de ellas define el vocablo como la fase declinante que precede a final de algo. El sol brillaba mucho más cuando el empresario imputado por el caso Gürtel, José Luis Ulibarri, presentaba en sociedad Tele 7, la cadena de televisiones locales de la que es accionista de referencia. Bajo los focos, en Feria Valencia, con Luis del Olmo como presentador y el jefe del Consell, Francisco Camps, de estrella política invitada, Ulibarri irrumpía en el año 2007 en el mercado valenciano del audivisual al tiempo que su constructora Begar comenzaba a hacer pinitos en el universo de las adjudicaciones públicas.

Menos de tres años después, lo que se prometía como un negocio de futuro devenido por el próximo apagón analógico y la digitalización de la mundo de la televisión ha terminado en fiasco. Tele 7 nació con el pecado original de ser un proyecto de diseño marcado políticamente.

La propia Generalitat conminó a propietarios de pequeñas televisiones locales alegales a asociarse con Ulibarri y otros accionistas cercanos al poder para garantizarles la continuidad de las emisiones. En la sombra, el despacho de abogados Eius, en el que trabaja José María Michavila (hermano de Ana, jefa de gabinete de Camps) preparaba los pliegos y giraba una factura de 150.000 euros. De esa joint venture cogida con fórceps nació Mediamed, la mercantil que resultó adjudicataria de 13 licencia de Televisión Digital Terrestre. De hecho Tele 7 se constituía en una televisión autonómica capaz de penetrar también el el mercado local.

Sin embargo la crisis económica, las batallas internas por el control de la empresa y, por último, la implicación de Ulibarri en el escándalo Gürtel han hecho derrumbarse a Tele 7 como un castillo de naipes. Fuentes del sector sostienen que el expediente de regulación de empleo puesto en marcha por Mediamed para el 80% de su plantilla (90 de 108 personas) puede ser el primer paso para presentar concurso de acreedores, aunque otras fuentes ligadas a la Generalitat no creen que esto sea probable. Con los empleados acumulando nóminas sin cobrar y emitiendo programas enlatados o redifundiendo falsos directos ya emitidos varios meses, Tele 7 es hoy un proyecto en la cuerda floja.

Venta en Gandia

Algunas de sus televisiones locales han echado directamente la persiana. Es el caso de la emisora de Tele 7 en Gandia, sin licencia administrativa. Mediamed la ha vendido a un "grupo inversor" sin identificar, pero su nuevo director, José Codina, es un hombre del portavoz del PP en la capital de la Safor, Arturo Torró. El cambio de accionariado ha significado el final de las emisiones. Las fuentes consultadas sostienen que este podría ser a medio plazo el futuro de otras de las emisoras agrupadas bajo el paraguas de Tele 7.

De los negocios mediáticos de Ulibarri en la Comunitat Valenciana sólo parece salvarse el contrato de gestión que la sociedad Administración y Gerencia de Ondas 13 -participada por Ulibarri- tiene con el Ayuntamiento de Valencia para la televisión municipal. No habrá expediente de regulación de empleo para TMV. El ayuntamiento de Rita Barberá se cuida de mantener a flote económicamente su propia televisión.

La crisis del ladrillo deja tocada a la matriz de Begar

La crisis del ladrillo ha dejado tocada a la empresa principal de José Luis Ulibarri, Begar. La constructora del imputado en el caso Gürtel presentó el mes pasado suspensión de pagos con una deuda de 297 millones de euros y la previsión de despedir a 203 empleados. Las escasas perspectivas de rentabilidad y problemas de financiación han llevado a Begar a paralizar proyectos de viviendas e incluso obras públicas como el hospital de Llíria, proyectos del IVVSA o colegios de Ciega en Albaida y Tavernes de la Valldigna. Begar también ha abandonado el aparcamiento de la plaza.