En el XI congreso del PSPV, Jorge Alarte ganó la silla de secretario general, mientras que su rival, Ximo Puig, timoneó el debate de las ideas. No se aprobó ningún giro al centro, ni refundación, ni cambio de nombre para rebautizar el partido como Partido Socialista de la Comunidad Valenciana (PSCV). Todas estas propuestas, que constituían el armazón de la ponencia política -coordinada por Leire Pajín y ejecutada por Ángel Luna- fueron fulminadas. La supresión del término País Valencià, que remite al nacionalismo de izquierdas de raíz fusteriana, fue rechazada por 107 votos contra 7 en la comisión respectiva del congreso. Pero el debate nominal es recurrente-ya en 2004 se intentó- en una formación aquejada de cierto trastorno bipolar identitario desde el mismo 25 de junio de 1978 en que se celebró el congreso de la unificación por absorción del PSPV en el PSOE.

El secretario general, convencido como está de que el nombre de la rosa es nocivo, ha diseñado una operación para enterrar de hecho lo que estatutariamente no pudo lograr. El primer paso en la sustitución de la marca consistirá en cerrar la web pspv-psoe.net para sustituirla por "socialistesvalencians.org". Alarte considera que este nombre contribuirá a subrayar la percepción de valencianía de un partido que, según las encuestas del CIS y estudios cualitativos, hasta sus votantes consideran poco volcado en la defensa de los intereses valencianos, frente a un PP que ha patrimonializado el sentido identitario.

Peligro de recelo en Alicante

La marca, con todo, podría generar recelos en Alicante. De hecho, en el debate precongresual ya se alzaron voces contrarias a la opción Partit dels Socialistes Valencians (PSV), defendida, entre otros, por el alcalde de Morella, Ximo Puig.

La ejecutiva deberá aprobar el uso de la nueva marca, que incluso se quiere que sirva de cara a las elecciones. Aunque en un principio Alarte y su núcleo de colaboradores sondearon en Ferraz la viabilidad jurídica de cambiar las siglas, la idea se ha descartado porque entienden que sería preciso reabrir el debate en los distintos niveles orgánicos en un asunto que, como ha quedado demostrado, es altamente sensible y hay más contrarios que partidarios. Pese a la opinión de los delegados que representaban a los 26.400 militantes valencianos, el líder socialista entiende que las siglas PSPV provocan rechazo en cierto electorado y ayudan a consolidar la idea de que el partido tiene complejos al asumir la oficialidad de los nombres y símbolos.

"No tenemos dudas sobre nuestra bandera, nuestro himno ni el nombre de nuestra lengua, ni del territorio, que se llama Comunitat Valenciana",afirmó en marzo durante una entrevista-chat que con lectores de levante-emv.com. Y concluyó: "En la dimensión interna [del partido] tenemos gente que reconoce como elementos del pasado histórico otras referencias, que no son las mías, no son las del actual socialismo valenciano y no son las del proyecto que estamos construyendo para un cambio".

Si finalmente se impone, como parece, la marca Socialistes Valencians, se habría consumado el arrinconamiento paulatino de unas siglas registradas en febrero de 1977 por históricos como Ernest Lluch, Vicent Llombart o Joan Romero, si bien a finales de 1974, el cofundador del partido J. J. Pérez Benlloch ya bautizó así a los Grups d'Acció i Reflexió Socialista. PSPV había ya desaparecido en los carteles electorales. Ahora, hasta el acrónimo PSOE corre peligro de acabar orillado en una esquina del cartel.