La solución a la deuda de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) pasa por "externalizar partes de la empresa" como los talleres e instalaciones fijas para poder reducir la deuda a corto plazo, según aseguró el conseller de Infraestructuras, Mario Flores, en el último consejo de administración de la mercantil ferroviaria. Como ayer informó Levante-EMV, la deuda vencida de FGV alcanzará los 372 millones de euros el 31 de diciembre de 2009. Este fuerte endeudamiento ha provocado problemas de tesorería a la empresa que ha tenido que retrasar los pagos a los proveedores, sobre todo a los grandes, como Vossloh, Bombardier o Iberdrola a quienes debe más de 300 millones de euros, según admite la empresa ferroviaria.

La idea de "externalizar-privatizar" se baraja desde 2007, cuando Flores llegó a la Conselleria de Infraestructuras para sustituir a José Ramón García Antón, que la ocupó durante durante casi diez años y que fue quien inició la práctica, censurada por la Sindicatura de Comptes, de centrifugar la deuda de la entonces Conselleria de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes (Coput) hacia FGV.

El primer globo sonda lo lanzó la gerente de FGV, Marisa Gracia, a principios de noviembre de 2007. Anunció la creación de empresas mixtas para el mantenimiento de trenes mediante "alianzas estratégicas con los fabricantes de trenes". Aunque, acto seguido, añadió que "eso no quiere decir que FGV no quiera crecer en otros temas y podamos ofrecernos como consultores en temas ferroviarios a las empresas que comiencen como operadores privados o que podamos trabajar con empresas privadas". Cinco días después, el conseller Mario Flores anunciaba en la inauguración de Rail Forum en Valencia que su departamento estudiaba la privatización de la gestión de la línea T-2 de desde Natzaret hasta Orriols a través del centro histórico.

Un pliego inédito en España

La privatización de la T2 está en un callejón sin salida. En 2007, el conseller aseguró que la conselleria realizaba un "estudio económico para ver si hay posibilidad de concesión al 100 por cien de los costes o tiene que ser una concesión compartida con un contrato programa". Se trataba de analizar la inversión que conlleva construir ambas líneas (cuyas obras ya financia la Conselleria de Infraestructuras desde la calle Alicante a Natzaret y en la estación del Mercat) y, también, analizar si el contrato de concesión debería incluir o no la "compra de material, los costes de mantenimiento que son importantes" para saber qué se le exige al futuro concesionario en el pliego de condiciones.

Fuentes del sector, explicaron a Levante-EMV que estas privatizaciones previstas por la conselleria tendrán que esperar. "Cuando tengan claro que no van a pagar y que la Intervención general les permitirá que no compute como endeudamiento tirarán adelante con los pliegos de condiciones", señala un experto. Esta fórmula de concesión se basa en el "principio de que la Administración no asume riesgo y que las obras las ejecutan privados por su cuenta y riesgo. En estos momentos, en España, no se ha hecho un pliego de este tipo para algo tan importante como la línea 2 del Metro. Habrá que esperar.", concluye.

El fracaso de las otras concesiones del Consell

El "contrato del siglo" como se llegó a denominar la concesión de las obras de la CV-35 de Valencia a Llíria casi se convirtió en un "contrato-pesadilla" cuando las relaciones entre la concesionaria (Sacyr-Nagares-Secopsa) y la Conselleria de Infraestructuras se enfriaron. Tanto, que las obras de la nueva autovía se ejecutaron a cámara lenta durante meses, mientras resolvían "problemas en los pliegos de condiciones", hasta que la autovía hasta Llíria se inauguró el 30 de julio de 2008. El Consell parecía envalentonado con las concesiones y adjudicó dos obras más, la CV-95 (en Orihuela) y un tramo de la CV-50 (Benaguasil-Cheste), que aún no han empezado por problemas de financiación. En Orihuela, además, el TSJ ha anulado el proyecto por falta de declaración de impacto ambiental. El Consell también aspiraba a adjudicar por concesión dos autopistas pero ninguna empresa mostró el menor interés. L. B. B. valencia