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El Ministerio de Sanidad ha alertado del riesgo de intoxicación tras la ingesta de caracoles recolectados de forma no regulada ya que pueden estar afectados por el metaldehido, una especie de abono utilizado para eliminar las plagas de estos moluscos. Según fuentes del ministerio consultadas por Levante-EMV, el metaldehido es un plaguicida y, como tal, tiene un potencial tóxico difícil de controlar si el caracol se adquiere fuera de la cadena alimentaria. "Si se consume, se está incurriendo en un riesgo de una posible intoxicación. No se sabe en qué grado pero la ingesta de esta sustancia conlleva un problema de salud", añaden las mismas fuentes. Desde el ministerio se recomienda que los caracoles se adquieran en los comercios con todas las garantías y después de haber pasado por los controles pertinentes.

El primer síntoma de envenenamiento por metaldehido en caracoles y babosas es la abundante secreción de mucosidad. Este proceso afecta a las células mucosas dejando al molusco inmovilizado. Al no poder recuperarse por medio de la absorción de agua, queda expuesto a la deshidratación y muere en apenas unas horas.

La versión de los expertos

Por otro lado, según expertos consultados por este periódico, apuntan que es "improbable" que se produzca una intoxicación por este producto tras la ingesta de caracoles. En cuanto a su toxicidad aguda, es decir, a la toma de una sola dosis, señalan que es "ligeramente tóxico" y en cuanto a su toxicidad por consumo repetido, de dosis pequeñas, "no hay nada descrito". En base a la bibliografía consultada, los expertos dicen que "no hay referencias a que se haya producido algún caso de intoxicación por esta sustancia por el consumo de caracoles, ni de ningún otro alimento".

Las recomendaciones surgen después de que esta semana se conociera que la Guardia Civil está buscando a una banda búlgara que se dedica al expolio de caracoles en los campos de Castelló y que habrían cogido cientos de kilos de este molusco para revenderlos en Lleida, supuestamente, dentro de la industria cosmética. La alarma saltó después de que una empresa afectada del sector alimentario denunciara los hechos.