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La reciente ofensiva de los populares valencianos contra el Gobierno catalán al que acusan de "apropiarse" de las señas de identidad de la Comunitat Valenciana puede acabar poniendo en un brete a la dirección nacional del PP volcado desde hace tiempo en la tarea de moderar su discurso sobre Cataluña. Con las elecciones catalanas a la vuelta de la esquina, Génova trata de cambiar su imagen de partido anticatalanista consciente de que es la única manera de recuperar espacio electoral en un comunidad que históricamente ha dado la espalda al partido de la gaviota. De hecho, su líder Mariano Rajoy, pasó en su día de puntillas sobre la sentencia del Tribunal Constitucional y ha evitado entrar en polémicas sobre asuntos relacionados con la lengua, cuestiones que hace años eran eje central en su discurso de la España que se rompe. El equilibrio que en estas cuestiones trata de lleva el PP nacional contrasta con las gruesas declaraciones de los últimos días de dirigentes del PP valenciano que han salido en tromba para criticar la celebración de la Diada (día de Cataluña) por las supuestas injerencias en la lengua y la cultura valenciana. Aunque los populares, con Francisco Camps a la cabeza, han puesto la diana en el tripartito catalán -especialmente en el PSC- la estrategia de agitar el anticatalanismo puede ser un arma de doble filo. El discurso sobre las señas de identidad sirvió hace años al PPCV para fagocitar a Unión Valenciana y hacerse con el voto del anticatalanismo surgido durante la transición valenciana. Cada cuatro años, los populares valencianos intensifican su perfil valencianista y sacan a pasear el fantasma del norte. En esta ocasión, sin embargo, la estrategia parece haberse adelantado -aun queda nueva meses para las elecciones- y coincide en el tiempo con los comicios en Cataluña. Abrió la veda el pasado viernes el propio Francisco Camps cuando en una comparecencia pública pidió de manera solemne explicaciones al Gobierno catalán por haber incluido en una web oficial referencias a los países catalanes. Era el día siguiente de conocerse el fallo del TC que tumbaba el recurso del Consell contra el Estatuto catalán. Camps aprovechó para reivindicar el trasvase del Ebro y puso el acento de sus críticas en los socialistas valencianos a quienes culpó de haber permitido los excesos de sus colegas catalanes en el Gobierno.

En clave interna esta estrategia refuerza al PP valenciano y le da oxígeno en medio del huracán de los casos de corrupción al permitirle tomar la iniciativa política. De hecho, el portavoz del grupo popular, Rafael Blasco, anunció ayer una iniciativa en el marco del Debate de Política General en defensa de los símbolos y la identidad valenciana. Según Blasco la propuesta estará encaminada a defender "absolutamente y sin ningún tipo de ambigüedad la cultura, lengua y tradiciones valencianas que han forjado la Comunitat y el carácter de sus ciudadanos". El vicesecretario de organización del PP, David Serra, ahondó en las declaraciones gruesas llegando a calificar de "imperialismo" los "excesos" catalanes en la web.

La ofensiva corre el peligro de poner en un brete a Rajoy que es consciente de que fomentar el discurso contra Cataluña le podría complicar una hipotética alianza con CiU, ahora en la oposición, pero que podría regresar al poder y ser llave en las futuras elecciones generales. La petición de explicaciones a Enric Morera por haber asistido a la Diada, invitado por CiU, no parece casar con el espíritu conciliador de Génova con los partidos nacionalistas.

Desde EU se lamentó el discurso anticatalanista del PP al que responsabilizaron de seguir "crispando a la sociedad".