Hace treinta y cinco no había ninguna jueza en Valencia. Hoy son mayoría en la carrera judicial y dos mujeres ocupan la presidencia del Tribunal Superior de Justicia y de la Audiencia de Valencia. Levante-EMV ha analizado la integración de la mujer en la judicatura con seis magistradas valencianas. Las juezas coinciden en que queda mucho trabajo por hacer para que se normalice el acceso a los puestos de responsabilidad y destacan que la situación de la Comunitat Valenciana es una excepción a nivel estatal. El ejemplo máximo es el Tribunal Supremo —el nivel más alto del escalafón—que está compuesto por 71 jueces y diez magistradas.

El principal problema para las mujeres son las cargas familiares. La mayoría cree que lo peor para las madres es que no hay reducciones de jornada.

Ana María Mayor Vañó, magistrada de Primera Instancia número 24 de Valencia, es una de juezas que consideran que todavía falta mucho para lograr una conciliación real entre la vida familiar y profesional. La magistrada, que lleva veinte años en la carrera, está convencida de que las leyes de conciliación «son papel mojado». Ella conoce de cerca lo que supone ser madre. «Embarazada de mi segundo hijo rompí aguas en el juzgado. Estaba de guardia en Hospitalet de Llobregat y se me adelantó el parto. La actividad que llevamos es estresante», asegura. La jueza cree que está bien que se trabaje para lograr la reducción de jornada. «El problema es que no sé cómo lo van a hacer. Yo tengo un montón de trabajo. Nunca paro y veo que mis compañeras con hijos pequeños van de cráneo».

La presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Pilar de la Oliva, recuerda que cuando comenzó «fue complicado». De la Oliva asegura que «ahora no tiene ningún problema» a pesar de que el cargo de responsabilidad que ocupa no le deja ni un minuto libre. La magistrada ha estado hasta que llegó al TSJ en juzgados unipersonales. «A mí me gustaba el juzgado unipersonal porque te podías organizar mejor la vida, aunque al final todo se resume en trabajar, trabajar y trabajar».

A Herminia Rangel Lorente, titular del juzgado de Violencia sobre la mujer número 3 de Valencia, le llama la atención que haya más mujeres que se incorporen a la carrera que hombres y que sin embargo los puestos de responsabilidad acaben ocupados por magistrados. «La mujer sigue llevando la casa. Una mujer necesita un horario estable para atender a su familia. Los puestos del Supremo requieren una mayor disponibilidad de horarios». La magistrada reconoce que nunca ha observado a «nadie que prefiera que le juzgue un hombre» y cree que la mujer «tiene una sensibilidad especial en la Justicia».

Año 1966

La magistrada de la Audiencia de Valencia María Ibáñez, destinada en la Sección Décima, también está convencida de que «no hay una igualdad efectiva en la carrera judicial. Las mujeres pueden ser juezas desde 1966. Hasta ese momento se le negaba el acceso para evitarle ver problemas porque se le consideraba más débil. Desde entonces todo ha cambiado mucho y en positivo, pero no es suficiente». Ibáñez incide en que en las nuevas promociones ya hay más mujeres que hombres —la proporción es de 70 a 30—, pero lamenta que pocas tienen acceso al escalafón. «Aquí hemos tenido mucha suerte con los nombramientos de las presidentas del TSJ y la Audiencia, pero queda mucho por hacer para que el reparto de puestos de responsabilidad sea igualitario. Muchas mujeres ni se lo plantean porque quieren compatibilizar la vida familiar con la profesional».

La presidenta de la Audiencia de Valencia, Carmen Llombart, lleva treinta y tres años en la carrera. «En mi promoción éramos dos o tres de Valencia y la primera jueza valenciana venía de la convocatoria anterior. Yo tengo dos niñas y la conciliación fue muy dura. Tuve que renunciar a un ascenso», señala Llombart. La jueza, que ha sido la primera mujer que ha llegado a la presidencia de la Audiencia de Valencia, lamenta que tuvo que renunciar a un ascenso a causa de la maternidad.

Isabel Tena, titular del juzgado de Primera Instancia número 11 de Valencia, coincide con la magistrada de Violencia sobre la Mujer en que es necesario educar bajo el prisma de la igualdad. «Todos los ciudadanos tienen que trabajar en esa educación para acabar con las diferencias entre hombres y mujeres», destaca. Tena, que fue magistrada decana de Torrent, insiste en que es muy complicada la conciliación de la vida familiar y personal. «La clave está en la organización. Yo lo tengo que planificar todo de antemano y confiar en una mí misma para sacar el trabajo adelante», afirma.