Podría ser su vecina, su amiga, su hermana, su compañera de trabajo, su abogada o su médico de cabecera. Se llama María y tiene 40 años. Es la primera cliente que acude. Apenas pasan unos minutos de la medianoche. Saluda a los dueños y a las camareras con dos besos y una familiaridad que evidencia que es cliente habitual. Acude sola. Y eso que el club en el que se encuentra es un local de intercambio de parejas. Primera idea preconcebida que se va al traste. Y no será la única.

Como todos los jueves, María acude al local que frecuenta para tener encuentros sexuales sin tapujos... pero en confianza. Ahora bien, estar en el local no implica tener sexo. María desconoce si, finalmente, tendrá relaciones íntimas con alguien (o con varios) o si se irá a casa tras una charla distendida. Eso se decide en la entrada, donde se pueden tomar copas como en cualquier otro lugar de moda.

En apenas veinte minutos el local ya tiene a cinco de sus clientes habituales en la barra charlando con naturalidad y bebiendo unas copas. Es jueves. Todas son mujeres y todas han acudido solas. Algunas tienen pareja, pero la han dejado en casa.

Coinciden al relatar su primera experiencia en un local donde se practica sexo en grupo. La primera vez acudieron a un club de intercambio porque su pareja insistió. A ninguna le gustó la experiencia, y eso que ni tan siquiera participaron. Como meras espectadoras se fueron del establecimiento -o del propio Amanecer (donde se desarrolla este reportaje) o de cualquiera de los otros tres que existen en la ciudad- con un sabor agridulce y la idea de no repetir. Pero regresaron. Y una noche se dejaron llevar y probaron la experiencia. Se dejaron besar, y acariciar. "Al principio, si cierras los ojos es más fácil", afirman. Ahora lo tienen claro: "Para salir de fiesta por la noche y acabar con cualquier desconocido en la cama tras copas y copas y copas de alcohol, vengo aquí y elijo. Veo cómo está el patio y si alguien me atrae es perfecto. Una vez en el jacuzzi, o en la cama, o en el cuarto oscuro se puede sumar quien quiera, pero la más leve señal de rechazo se entiende. Jugamos y nos divertimos. Es una manera perfecta de tener sexo en confianza". Y es que en Amanecer mandan las mujeres. Por eso se sienten tan cómodas.

Poco a poco van llegando los hombres. También acuden sin pareja, aunque más de uno la tiene en casa, pero no engañada. Ella sabe que él sale a tomar una copa a un local donde se practica sexo. Con una persona, con dos, con tres... Sin embargo, que entre o no en materia ya no dependerá de él, sino de las clientas del local. Y es que los hombres no pueden pasar a mayores si no les invita una mujer. Si una de ellas les lleva de la mano al jacuzzi o a alguna de las salas ya estará dentro y podrá disfrutar de encuentros sexuales en cualquiera de los distintos espacios. Porque el local no cuenta con habitaciones íntimas para parejas. Todas las salas son abiertas. Si es una pareja la que decide sumarse a la fiesta, también debe ser ella quien inicie el contacto.

Los clientes del local también coinciden al relatar su primera experiencia. Acudieron, por regla general, solos o con amigos. Todos entraron en materia el primer día, salieron con buen sabor de boca y repitieron al poco tiempo. Los hombres, sin embargo, saben que la opción de quedarse a dos velas existe, aunque reconocen que no es lo habitual.

Más amigos que amantes

Sobre la una de la madrugada los clientes empiezan a dispersarse. Algunos, se pasean en toalla o albornoz por la zona de copas mientras juguetean y conversan entre ellos. Y es que, tras la primera toma de contacto, lo mejor es ponerse cómodo, dejar la ropa en la taquilla y continuar la conversación ataviado como si uno saliera de la sauna del gimnasio y se encontrara en una zona tranquila, sofás incluidos.

Ya no es que se conozcan -que se conocen-, es que los clientes de Amanecer quedan a cenar en grupo, en plan amigos, y conversan a través del foro de internet que tiene el local. Van al cine o de compras pero jamás tienen sexo entre ellos fuera del local de intercambio. Ninguna pareja ha surgido tras los encuentros en Amanecer. El amor, o la relación de amantes, lo viven en otros ambientes. Quien lo quiere buscar.

Ninguno de los clientes que se encontraba en el local de intercambio se avergonzaba de disfrutar de un sexo liberal y sin tapujos. Ahora bien, todos reconocieron que no es algo de lo que alardear con gente con la que no tengas mucha confianza. "Hay prejuicios y aunque no te lo digan a la cara sabes que cotillean sobre ti a tus espaldas. Mejor ser reservado". Y es que esa es la clave de un local que ha hecho del respeto y la discreción su máxima.

Encontrar a alguien conocido

Puede parecer que el sexo en grupo no cuente con gran afluencia de público, pero nada más lejos de la realidad. Por ello, los clientes aseguran que encontrarse a alguien conocido en un local de intercambio de parejas es más habitual de lo que parece. Sin embargo, no supone ningún problema. "Sí te encuentras gente conocida, pero como es un local 'temático' no te da vergüenza. Yo llegué a practicar sexo con un vecino, y luego lo veo por la calle y todos tan normales y contentos", relata Victoria (nombre ficticio), una habitual del local de 36 años. Sobre las relaciones homosexuales en el sexo en grupo, los hombres son tajantes: Entre ellos, no se tocan ni el hombro. Otra cosa son las mujeres. El 98% de las clientas sí han tenido relaciones entre ellas.

A las dos de la mañana la tensión sexual es evidente y solo hay dos cosas que hacer en Amanecer: Ponerse una toalla y dejarse llevar... o irse a casa.