Lunes, 13 y martes, 14. Un grupo de estudiantes del Lluís Vives protagonizan sentadas con pequeños cortes de tráfico. Ningún problema. El miércoles, durante uno de esos breves cortes, una conductora que iba a recoger a sus hijos perdió los nervios. Sus gritos agravaron al situación y los chavales zarandearon el coche. La policía intervino. Después de llevar tres veces al mismo menor a la acera, éste acabó agrediendo a un agente y fue detenido. Ésa fue la semilla, pero la planta se transformó: en poco más de 24 horas, una inocente sentada acabó sirviendo de plataforma para que grupos radicales que la policía relaciona con la extrema izquierda tomasen la iniciativa. Con la escalada de detenciones, se pudo comprobar la edad y adscripción de los arrestados. "En cada movilización, se les pedía una y otra vez que dijesen adónde querían y qué querían hacer, para cortar las calles y acompañarles, pero, claramente, ésa no era la intención. Se buscaba la confrontación, y hasta que no se produjo, nadie ha hecho nada", afirma un dirigente sindical.