El exjefe de Informática de la depuradora de Pinedo, Sebastián García Martínez "Chanín", señaló ayer al exgerente de Emarsa, Esteban Cuesta, como principal receptor del saqueo de la empresa pública en lo que se refiere a la trama de las empresas de reformas e informática que facturaron entre 2004 y 2010. Según explicó, tras haber solicitado al juez declarar públicamente, Cuesta le obligaba a pagarle "aproximadamente el 60 %" de los contratos que obtenían sus empresas y las de sus hermanos. En total, "1,8 millones de euros en comisiones", cuantificó. Otro de los "peajes" que para ser contratado en Emarsa tuvo que pagar, siempre según la versión de García, fue "entregarle 4.000 euros mensuales, 3.000 en mano y otros 1.000 en una cuenta del BBVA a cuenta de su hermano José Cuesta".

Esta declaración se convirtió en una verdadera confesión en la que Sebastián García se autoinculpó y que intenta exculpar a sus hermanos, imputados por el juez en la causa. "Chanín" manifestó que pese a que sus familiares figuraban como administradores de las empresas Construcciones Rocafort, Sofitec o Valmasark, que cobraron de Emarsa junto a Microprocesadores Valencia más de 5 millones de euros, él es el "responsable último" y quien manejaba los hilos de las mismas. El propio García Martínez reconoció que sus familiares cobraban sueldos muy bajos por el trabajo en las empresas. Fue en uno de esos momentos cuando se derrumbó y rompió a llorar en plena declaración ante el juez del caso.

Además de las comisiones, Sebastián García también aseguró que pagó grandes cantidades de dinero en regalos y reformas en viviendas a Cuesta y al exdirector financiero, Enrique Arnal. Las empresas de "Chanín" realizaron obras en la vivienda de Cuesta y su familia en Casas Ibáñez (Albacete), en una casa de la calle San Vicente, "que podría ser de Luisa Cuesta", en un piso de la calle Trafalgar y otro de la Avenida de Francia. Para una vivienda del barrio de Russafa asegura que pagó los electrodomésticos. Todos estos inmuebles, según "Chanín", estarían relacionados con Esteban Cuesta. Por su parte, el exjefe de Informática apuntó que a Enrique Arnal le pagó facturas a través de sus empresas por valor de unos 90.000 euros al año entre 2007 y 2009. Entre los diferentes regalos se encuentran electrodomésticos, televisores, reparaciones de vehículos, material para empresas o incluso una bicicleta de 8.200 euros.

"Corruptelas" desde 2001

Sebastián García explicó que comenzó su andadura en Emarsa en el año 1999, cuando el gerente era el fallecido Miguel García Besó. A finales de 2001 fue cuando firmó el contrato de mantenimiento informático con la entidad a través de la mercantil Microprocesadores Valencia, que fue constituida en agosto de 2001. Por aquel entonces, -según dijo- ya se le dijo que sería "conveniente" que como agradecimiento a las personas de las que dependía su contratación, entregara tres tarjetas regalos por un importe de 2.500 euros cada una, y así lo hizo. En estos años el presidente de Emarsa era el concejal del Ayuntamiento de Valencia Silvestre Senent.

En esa época -agregó- "se convirtió en práctica normalizada solicitarme todo tipo de material informático y electrónico tales como teléfonos móviles, ordenadores personales o discos duros que se quedaban los jefes o se entregaban como regalos a terceras personas", comentó. "Chanín" quiso dejar constancia de que "todo este tipo de corruptelas las he vivido en Emarsa desde que comenzó mi relación con esta empresa, más o menos continuada desde el año 2001". Sebastián García se mostró totalmente arrepentido y aseguró que Emarsa "ha arruinado" su vida.

El informático que quiso ser un nuevo rico gracias al PP

Sebastián García Martínez tenía dos buenos argumentos para entrar en Emarsa. Era un buen informático y militaba en el PP de Valencia. Este currículum y los servicios prestados al partido le permitieron meter la cabeza en lo que en los años 90 era considerado como la joya de la corona de las empresas públicas: Buenos sueldos, poco control y posibilidad de dar trabajo a amigos y familiares. "Chanín" supo entrar rápidamente en la onda de la empresa y para garantizarse un trabajo hacía lo que le pedían. Regalos y agasajos para los directivos, que posteriormente se cobraba presuntamente hinchando servicios. Entonces llegó Cuesta y su poder en la planta se multiplicó. En el partido lo nombraron representante del PP en la Junta Municipal de Trànsits y éste empezó a ganar peso interno. Organizaba hasta cenas con militantes. Poco a poco su volumen de trabajo fue aumentando y su patrimonio también. Coches y casas de lujo y trabajo para toda la familia. Con el estallido del escándalo la vida "se le ha arruinado".