Su nombre no figura en la wikipedia y apenas suena más allá de las fronteras de su pueblo y dentro de un círculo selecto de expertos en arte, pero desde su esplendor artístico hasta su muerte, en 1960, el pintor Salvador Pallás sólo cosechó elogiosas líneas de los más prestigiosos críticos en los periódicos valencianos Su nieto Salvador siempre deseó haber conocido en vida a la persona cuyo nombre, que es el mismo que el suyo, rotula una de las calles de Chella, de donde ambos proceden. Para compensar ese hueco, decidió recuperar su biografía y su obra, cuando se cumplen 125 años del nacimiento de Pallás y, después de un laborioso trabajo de documentación, ha conseguido acercarse al máximo a la figura de su abuelo. Es la primera experiencia en el campo de la investigación para este arquitecto técnico de 33 años, y asegura que ha sido del todo gratificante y emocionante. Salvador ha dedicado los dos últimos meses a bucear en hemerotecas y a recoger los testimonios de los vecinos de Chella que llegaron a conocer al pintor, tras jornadas incansables en las que visitó archivos, rescató documentos atesorados por la familia e incluso intercambió correos electrónicos con la Casa Real. Después de todo ese trabajo, ha podido recuperar 40 cuadros del artista desperdigados por toda la geografía valenciana y redactar una extensa biografía que será editada con motivo de una exposición organizada en Chella entre los días 7 y 9 de agosto. Vida y obra del pintor Pallás es es título de la muestra que el artista nunca tuvo en su pueblo y a la vez el particular homenaje de Salvador a su abuelo.

El nieto se muestra expectante y ansioso de que «la gente conozca sus cuadros». El artista pintó las parroquias de Chella y de Bolbaite y dos de sus majestuosos lienzos pueblan la iglesia de Carcaixent, prestados para la muestra. Aunque en su última etapa se centró en la obra religiosa, Pallás alcanzó sus mayores elogios por otras facetas. El crítico José María Bayarri lo llegó a describir en 1945 como «uno de los mejores paisajistas valencianos». Aunque pasó buena parte de su vida en Valencia, donde se formó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, desarrolló la mayor parte de su actividad artística en Chella. Pallás se dio a conocer con su participación en numerosas exposiciones durante la década de los años diez del siglo XX en el cap i casal. El Diccionario de los Artistas Valencianos, de Francisco Agramunt, lo describe como un «excelente paisajista, bodegonista y retratista». En 1912, Pallás fue seleccionado entre los aspirantes para disfrutar de una beca de la Diputación en Madrid y de una estancia en el país europeo que escogiese, con el objetivo de que ampliara sus estudios de arte. El artista, sin embargo, se echó atrás en el último momento y renunció a la oposición, alegando encontrarse mal de salud y «por un asunto grave de familia».

Los testimonios recogidos por su nieto hablan de un hombre modesto y humilde, con grandes aspiraciones iniciales, pero que siempre prefirió el recogimiento de su pueblo y los exuberantes parajes de la comarca que tanto le sirvieron de inspiración para sus obras. Allí decidió trasladarse en la plenitud de su carrera, renegando de la fama y de los triunfos intrínsecos a «una vida de intrigas» que no deseaba. Las exposiciones se convirtieron entonces en esporádicas. Hasta que las penurias de la España rural de posguerra le condujeron a regresar a Valencia con su familia, en 1950. Allí pasó sus últimos diez años de vida, colaborando con diversos artistas falleros y encargándose de pintar monumentos.