La cacería en la que participaron el conseller de Gobernación, Serafín Castellano, y un contratista al que ha adjudicado 33,6 millones de euros desde 2008 no salió gratis. Castellano no supo, o no quiso, aclarar quién abonó la jornada cinegética y quién fue el anfitrión. "En una cacería uno coincide con mucha gente" o "yo me pago mis aficiones", fue lo máximo que se atrevió a explicar ante las insistentes preguntas de los periodistas. A falta de aclarar los pormenores de aquella mañana de diversión con posterior almuerzo, Levante-EMV ha hablado con expertos del sector para que cifren el precio de una jornada de caza de patos en Valencia, Francia y Tarragona, donde posiblemente acudieron el político y el empresario.

La caza de patos se puede hacer en cotos públicos y privados y dentro de las marjales o en sus alrededores, donde los cazadores se apostan a la espera de que los palmípedos entren o salgan del agua. Una vez abatidos son los perros los que recogen las presas para que, posteriormente, los escopeteros posen con ellas, como hicieron Castellano y el contratista. También se organizan cacerías "con trampa". Se trata de las batidas para matar aves criadas en granja y que la noche anterior han sido alimentadas con sal para que, al ser puestas en libertad, se dirijan directamente a beber agua donde les espera un cartucho de plomo (prohibidos) o acero.

Según explicaron fuentes de la Federación de Caza de la Comunitat Valenciana, en nuestras comarcas es posible realizar el tipo de cacerías que hizo el conseller en l'Albufera o en el Hondo, entre los términos municipales de Elx y Crevillent. En el caso del lago limítrofe con Valencia, el cazador que pretenda poder tirar a los patos debe pagar por un puesto en los términos municipales que rodean el humedal. Así, según explicaron desde la federación, se han llegado a abonar 36.000 euros por una posta, aunque la media supone unos 10.000 euros. En este caso, los palmípedos son salvajes y el cazador se debe conformar en disparar a lo que pasa por su radio de alcance.

Los cazadores que consiguen las postas tras una dura puja realizan ocho tiradas, entre el primer domingo de octubre y el primero de febrero. Tras pasar la mañana disparando, los escopeteros, como pasa en la afición a la modalidad del "parany", se reúnen alrededor de una buena mesa para contar las piezas y disfrutar de un almuerzo. Suele ser el mejor momento del día y donde se cierran los mejores negocios, aunque los cazadores más veteranos reniegan de estas prácticas y defienden que estos encuentros son "para socializar". No quiso inmortalizar lo mismo Luis García Berlanga en su ya mítica y manida película "La escopeta nacional".

Se alquilan armas

Fuentes del sector explicaron que por el paisaje y los animales muertos, la cacería entre el empresario y Castellano habría sido en Les Terres de l'Ebre, Tarragona. Los clubes de caza de la zona organizan cacerías para aficionados desde 450 euros por persona y día. 400 por el derecho a matar patos y 50 para el barquero que transporta a los escopeteros a la marjal y recoge las piezas abatidas. En este caso, el aficionado puede acudir sin arma, para la que se necesita tener un permiso especial validado por la Guardia Civil, ya que permiten su arrendamiento. De igual manera que la munición. El almuerzo posterior también corre a cargo de los escopeteros.

Los grandes empresarios organizan sus grandes cacerías en Francia, Argentina o Hungría, donde uno puede matar patos a 18 euros la pieza. En el caso del país galo, en el que se puede disfrutar de una cacería en una jornada, los cotos privados ofrecen alojamiento y hasta un avión privado para salir y volver de Valencia en el mismo día. Son las tiradas que critican los aficionados expertos. "Ahí van los cazadores de pacotilla", censuran.

Los cotos de caza franceses de la zona de Tolouse, los más cercanos para los aficionados valencianos, permiten matar 200 patos por 3.600 euros, 300 por 5.400 o 1.000 por 18.000 euros. En este caso, la mayoría son de granja. El pato abatido cuesta 18 euros y el cazador puede posar posteriormente con las piezas en el tradicional tapiz.

Las fincas francesas dan la posibilidad de contratar el almuerzo, por 30 euros, alquilar el arma por 50 y llevar incluso un mozo que transporte la munición por 90 euros. Si el grupo de cazadores pretende ir el mismo día, el coto fleta una avioneta privada que cuesta 3.600 euros. Si la intención es hacer noche, habrá que contar con pagar la habitación del hotel y el vuelo se encarece hasta los 4.400 euros. Nada puede faltar cuando se trata de dejar contentos a los clientes.