Los accidentes de Santiago y Valencia tienen muchas similitudes. Pero en el caso de Galicia, la investigación abierta por el magistrado del Juzgado de Instrucción n.º 3 de Santiago, Luis Aláez, empieza a marcar diferencias abismales entre los dos siniestros que tuvieron el mismo macabro resultado: 43 fallecidos en Valencia y 79 en Santiago.

La primera desemejanza es el protocolo seguido en la lectura de la caja registradora de eventos (la «caja negra» de los trenes) del Alvia S-730 descarrilado en la curva de Angrois. El protocolo seguido en Galicia deja en muy mal lugar las circunstancias que rodearon la lectura de la caja registradora de eventos de la UTA 3736, la unidad que descarriló y volcó el 3 de julio de 2006 y donde viajaban las 43 víctimas mortales.

En Santiago, el juez Aláez ordenó a la policía custodiar las cajas negras desde el primer momento mientras se dedicaba a la prioridad legal en un catástrofe de tal calibre: «identificar a las víctimas y garantizar asistencia a los lesionados». Hasta el 30 de julio, seis días después del siniestro, el magistrado no afrontó la lectura de la principal prueba del siniestro que puede explicar por qué fallecieron 79 personas en una curva en la que «nunca había pasado nada». El magistrado Aláez reunió en el juzgado a la secretaria judicial, el fiscal, agentes de la policía científica, judicial, técnicos de Renfe, de Adif y de la Comisión de Investigación del Ministerio de Fomento «para analizar la forma en que se iba a acceder a la información y comprobar que todas las partes estaban de acuerdo», según informa el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG). El juez se preocupó de solicitar primero las «especificaciones técnicas de las cajas negras», fabricadas por la empresa Hasler Teloc (la misma que en el caso del metro), y de realizar una prueba con otra caja negra. Después procedió al volcado de información de las dos cajas negras del tren siniestrado «de manera que quedase totalmente garantizada la integridad y fiabilidad del contenido», según el TSJG. «Los datos se extrajeron en un lápiz de memoria aportada por el juzgado y posteriormente se hicieron copias autentificadas con firma digital. La información que se obtiene de las cajas está encriptada y se pasa por un programa informático para proceder a su desencriptación».

Las circunstancias de la lectura de la caja registradora de eventos de la UTA 3736 que descarriló en Valencia fue mucho menos «protocolaria». Los técnicos y directivos de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) tuvieron acceso libre a las unidades accidentadas a partir de la media noche del 4 de julio, como demuestran las fotos publicadas por Levante-EMV el pasado 3 de julio. «A las tres o tres y media de la mañana la policía científica ya no estaba por allí, se habían marchado y nos habían dicho que cuando leyéramos la caja negra querían estar presentes», admitió la entonces gerente de FGV, Marisa Gracia, en la comisión de investigación de las Corts. Así que la caja negra de la UTA 3736 finalmente fue extraída por personal de FGV del tren accidentado a las 3.30 horas del 4 de julio, tras avisar al policía de la brigada científica número 87.924, y trasladada a las instalaciones de Valencia Sud. Pese a lo intempestivo de las horas se decide leer la caja negra del tren a las 4.50 horas de la madrugada y bajo las condiciones impuestas por FGV «por motivos técnicos», según explicaron el jefe de talleres de Valencia Sud, Luis Domingo Alepuz y la gerente de FGV.

«La caja registradora de eventos marca Hasler Teloc 2200 sólo puede ser leída, prevía extracción de la unidad y y colocada en otra unidad similar de la serie UTA 3700 para, mediante un ordenador portátil, extraer los datos a un disquete de 1,44 MB que posteriormente sólo podrá ser leído e interpretado por un ordenador en las oficinas de los talleres de Valencia Sud», según recoge el informe técnico policial de la Policía científica de Valencia. Domingo Alepuz (que figura como "usuario" informático de la lectura de la caja negra) añadió a los policías que el «software» de la Hasler Teloc «funcionaba con un sistema desfasado, no había superado el efecto 2000 y no podían imprimirse los datos contenidos en dicha caja». Para más inri, «durante la transferencia de datos, por cuestiones técnicas de estos aparatos, ha conllevado el borrado de los mismos». Así que la principal prueba del accidente de Valencia, la lectura de la caja negra que «desveló que el tren circulaba a 80 km/h» se basa en una información que directivos de FGV extrajeron de una caja negra, en presencia de un policía (¿cuántas lecturas de cajas negras habría presenciado en su carrera profesional?) y sin la presencia de la juez que investigaba el siniestro.

Cómo se actuó en el accidente de Jesús

FGV decide extraer la caja la misma noche del accidente

La misma noche del accidente del 3 de julio de 2006, cuando la policía científica ya había abandonada el túnel de la estación de Jesús, se decide extraer la caja negra de la UTA 3736 (la que volcó y donde viajaban los 43 fallecidos). Se avisa a un agente de la policía científica y se extrae la caja registradora de eventos Hasler Teloc 2200 a las 3.30 horas.

Se procede a la lectura a las 4.50 horas de la madrugada

La Hasler Teloc 2200 de la UTA 3736 se traslada a Valencia Sud. Los directivos de FGV informan al único policía presente que la caja «sólo puede leerse si se coloca en otro tren» (otra UTA de la serie 3700) y los datos extraídos «sólo pueden ser leídos e interpretados en un ordenador portátil en los talleres de FGV en Valencia Sud».

Los datos de la Hasler Teloc

«se borran» al leerlos

Según explican los directivos de FGV al policía «el software de la Hasler Teloc 2200 funciona con un sistema desfasado, no ha superado el efecto 2000 y no permite imprimir los datos contenidos en la caja». Durante la transferencia de datos

«por cuestiones técnicas

se han borrado», según los directivos de FGV. Todo el proceso se hace sin la

presencia de la juez que investigaba el siniestro.

El protocolo utilizado en Galicia

Las cajas negras quedan custodiadas por la policía

En los primeros días la «prioridad legal es identificar a las víctimas y garantizar la asistencia a los lesionados». La cabeza tractora del Alvia no se traslada a una zona custodiada por la policía, en Padrón (A Coruña), hasta el 28 de julio, dos días después del siniestro.

El juez se informa y realiza la lectura de forma segura

El juez Luis Aláez cita en el juzgado a la secretaria judicial, al fiscal, policías científicas y judiciales y técnicos de Adif, Renfe y de la comisión de investigación de accidentes ferroviarios para proceder a la lectura de las cajas negras. Antes, el juez se informó de las características técnicas la «Hasler Teloc 25000» con el fabricante de la caja registradora.

Dos copias de seguridad y un lápiz de memoria del juzgado

Antes de leer las cajas negras se hacen dos copias de seguridad. Los datos se vuelcan en un lápiz de memoria del juzgado y se hacen copias autentificadas con firma digital.