«¿Conoces alguna gran batalla de Jaume I? No, porque no hay ninguna. Y ése es el mayor mérito del estratega. La mayor genialidad de Jaume I fue conquistar nuevos territorios y reinos y crear un imperio sin dar una gran batalla con miles de hombres en acción». Lo dice el interventor militar Jesús de Salvador, director técnico del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad Católica de Valencia, que ha reconstruido las conquistas de Jaume I desde una original perspectiva: el arte de la guerra y la noble ciencia de la estrategia militar.

Jesús de Salvador presenta a un militar disfrazado de rey que se adelantó a su tiempo. Jaume I aplicó estrategias propias de la II Guerra Mundial como la «guerra relámpago», afrontó guerras asimétricas o de cuarta generación como las que Estados Unidos ha librado en Afganistán o Irak con patrones estratégicos similares, e incluso echó mano de la guerra psicológica. Y fue „quince años antes de la toma marítimo-terrestre de Sevilla„ pionero en las acciones conjuntas por tierra y mar en su liberación de Borriana. «Aparte de rey excepcional, jurista y codificador de primer orden, y creador en la práctica de la Corona de Aragón „tras su conquista de Mallorca y su creación del Reino de Valencia„, Jaume I fue un estratega excepcional», subraya Jesús de Salvador.

Lo más importante es su concepción de la guerra. Lejos del modelo clásico medieval que también imperó en la Primera Guerra Mundial „«la del contacto directo, propio de Estados belicosos o pretorianos que buscan la lucha, el combate y la destrucción del enemigo a toda costa»„, el rei conqueridor se caracterizó por seguir la línea contraria: la estrategia de guerra indirecta impuesta en la II Guerra Mundial. «Es la estrategia que no busca combatir al enemigo, sino doblegarlo con el mínimo esfuerzo y el menor coste de vidas propias», señala Jesús de Salvador. ¿Cómo? «En vez de luchar contra la defensa militar „castillos, torres y posiciones fuertes„, Jaume I los elude y va a anular los centros logísticos, de comunicación y decisión, que son las ciudades. Eso es la «guerra relámpago» de la II Guerra Mundial „la famosa blitzkrieg alemana„, la gran aportación de ese conflicto».

La «línea Maginot» del rey

Así fue como Jaume I tomó Morella, Peñíscola y luego Borriana antes de conquistar Valencia. Jesús de Salvador pone otro paralelismo entre la conquista del Reino de Valencia con un episodio fundamental de la guerra europea de 1939-45: la invasión alemana de Francia. «El Plan Von Manstein de los alemanes consistió en presionar por el norte a los Países Bajos para atraer a las fuerzas occidentales hasta Bélgica y cortar por la ciudad francesa de Sedán para llegar hasta el mar. Jaume I lo planteó de forma similar: no atacó directamente la línea Maginot de los musulmanes, sino que presionó en el norte con las conquistas de Morella o Peñíscola y después cortó por Borriana para que cayera todo el norte „desconectado de su centro de poder„ sin tener que derramar mucha sangre». Jaume I intentaba asfixiar al enemigo mediante presión logística y pactos políticos. Así cayó Valencia. Buscaba el asedio por agotamiento y rechazaba «tomar las ciudades a base de sangre y pillaje, como solía ocurrir en la época, sino que pretendía el acuerdos y la capitulación para evitar el combate».

«Muyahidines» y engaños míticos

Jesús de Salvador identifica en el primer rey de Valencia otras estrategias militares modernas. Como las de Afganistán o Irak. «Igual que hoy están los combates en las montañas de Afganistán, Jaume I tuvo sus combates contra los muyahidines en las montañas de Mallorca y después en Valencia. Y usó técnicas desplegadas por el general Petraeus y McChrystal en Afganistán e Irak». Por ejemplo, no buscó el exterminio del enemigo y utilizó la caballería. «Hoy son los helicópteros „la caballería aérea ligera„; Jaume I, en vez de enviar grandes contingentes de tropas, enviaba patrullas de caballería porque eran unidades ligeras muy rápidas y flexibles que permiten responder con rapidez a la insurgencia en la montaña», dice.

Destaca otro episodio de gran estratega: cuando logró la capitulación de Menorca con una añagaza. «Con sólo un centenar de hombres, montó un campamento real llenando toda la ladera del monte de hogueras como si todo el Ejército hubiera ido a acompañar al rey. Los musulmanes de Menorca se sometieron al vasallaje de Jaume I sin necesidad de desplazar tropas ni combatir».