Las reclasificaciones de suelo (conversión de terrenos rústicos en urbanizables) en el periodo 2003-2012 ascienden a un total de 13.913 hectáreas. Una superficie similar a 18.929 campos de fútbol como el de Mestalla. «Se trata de otra de las cuestiones más polémicas de la práctica urbanística en esta década: la magnitud de las reclasificaciones de suelo», admite la Conselleria de Territorio en el análisis que realizan sobre el urbanismo entre 2003 y 2012, que ayer adelantó Levante-EMV.

Del total de hectáreas de suelo reclasificadas en la última década, sólo el 25% (3.467 hectáreas) estaba prevista o incluida en los planes generales municipales (los antiguos PGOU o planes generales de ordenación urbana), según la información recopilada por el departamento que dirige la consellera Isabel Bonig. El resto de suelo, que hasta hace años eran zonas rústicas y que ahora se encuentran pendientes de urbanizar, no estaban incluidos en los planes generales municipales (los urbanistas las denominan extraplan) y representan el 75 % de las reclasificaciones aprobadas en los últimos años. «La mayoría [de estas reclasificaciones extraplan] se realizaron mediante la fórmula de los planes parciales modificativos de la ordenación estructural». Una figura legal prevista en la ley reguladora de la actividad urbanística (LRAU) que se convirtió en un auténtico coladero para las reclasificaciones masivas aprobadas durante la pasada década. Cabe recordar, por ejemplo, que la mayoría de los planes urbanísticos más polémicos „Porxinos, Rabasa o Mundo Ilusión, ahora anulados por la justicia o paralizados por la crisis„ se aprobaron mediante esta polémica «puerta de atrás».

Los polémicos proyectos urbanísticos que promovió el entonces conseller Rafael Blasco, a través de empresas mixtas creadas entre el Ivvsa y promotoras privadas, también se diseñaron sobre suelo no urbanizable que se reclasificaba, sin que los planes generales de estos municipios tuvieran previstos estos crecimientos tan desmesurados (en algunos proyectos se preveía la construcción de 12.000 viviendas). En total, al menos diez de estos polémicos proyectos urbanísticos se diseñaban sobre 6,2 millones de metros cuadrados de suelo rústico, que equivalen a 6.212 hectáreas (8.451 campos como el de Mestalla) en poblaciones como Catarroja (Nou Mil·lenni), Manises (Gran Manises), San Antonio de Benagéber (La Conarda) o El Puig (El Molinet).

Muchos urbanistas han criticado el uso y abuso de la fórmula de la homologación modificativa de los planes generales porque se tramitaban fuera de los «sistemas normales de aprobación de un planeamiento, que asegura la igualdad para todos al conocer en un debate público el suelo a urbanizar, otorga una mayor lógica territorial y la seguridad de contar con las dotaciones públicas necesarias» en la nueva zona urbana que se crea. En estas reclasificaciones masivas de suelo al margen de los planes generales reside, para muchos expertos, la clave del desorden urbanístico de la Comunitat Valenciana y muchos de los casos de corrupción.

La Generalitat minimiza el alcance de estas reclasificaciones masivas en su análisis «porque la superficie total reclasificada a lo largo de la década supone el 0,6% de la superficie total de la Comunitat Valenciana, una cantidad relativamente pequeña en términos generales, pero muy importante en términos absolutos aunque, en cualquier caso, apenas supone el 8,5% del suelo urbano y urbanizable clasificado», señalan fuentes de la Conselleria de Territorio.

Aunque sí llama la atención de los responsables de la ordenación urbanística autonómica «el altísimo porcentaje de las reclasificaciones extraplán alcanzado en la provincia de Castelló, donde apenas un 4% de la superficie reclasificada se ha realizado a través de un plan general o de unas normas subsidiarias» por lo que la «efectividad para definir el modelo territorial y urbanístico» de las anteriores figuras «queda así en entredicho». Precisamente, aseguran desde la Conselleria de Territorio «es la provincia de Castelló la que que tiene mayor porcentaje de suelo urbanizable en relación al suelo ya urbanizado, un modelo expansivo que se arrastra desde los años noventa». Y que provocó que durante el boom del ladrillo, sólo en el litoral de la comarca de la Plana Alta siete municipios promovieran 108.000 viviendas y 9 campos de golf.

El 71,5 % de la conversión de terrenos es para viviendas

El 75% de los suelos reclasificados fuera de los planes generales en la última década va destinado a construir viviendas (el 71,5%). Otro 27% se ha previsto para actividades económicas (nuevas zonas industrias o usos terciarios como hoteles o zonas comerciales...) La Conselleria de Territorio intenta ver el lado positivo de estas reclasificaciones masivas y destaca: «No deberíamos ignorar lo que el planeamiento aporta en la mejora de las dotaciones y servicios a la población». Según los datos facilitados por el departamento que dirige Isabel Bonig, «a los 30 millones de metros cuadrados de zonas verdes y a los 18 millones de metros cuadrados de suelo para equipamiento previstos en los planes generales aprobados en los últimos años, habría que añadir más de 8 millones de metros cuadrados de zonas verdes y cerca de 4 millones de metros cuadrados de suelo para equipamientos provenientes de esas reclasificaciones de suelo extraplan», o no previstas en los planes generales.

Para concluir, Territorio compara las magnitudes de suelo urbano y urbanizable en 2012 (81.938 Ha y 79.363 Ha) y en 1992 (74.847 Ha y 71.942 Ha). «La superficie total destinada a ser urbanizada en 2012 apenas representa un 0,69% más que en 1992, lo que demuestra que el modelo urbanístico global era mucho más expansivo que en la actualidad». L. b. valencia